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ACTUALIDAD – A Juan Ortega no le gustan los “juanpedros” ni los “algarras”

Fotos Alberto Simón/ Plaza 1- Alfredo Arévalo

Por José Carlos Arévalo

Madrid suele tener la costumbre de lanzar toreros. A Juan Ortega lo puso en el camino una reveladora faena a un toro de Montalvo. No es que fuese una gran faena, entre otras cosas porque el toro no repetía, pero el toreo que en ella se exhibió tenía un trazo, una hondura y un temple fuera de lo común. Fue el primer toque de atención de una generación de toreros que nos han descubierto el temple reclamado por el toro de nuestro tiempo: más fijo, de más hondas y largas embestidas.

Casi al mismo tiempo irrumpió Pablo Aguado y, algo después, Tomás Rufo. Son los tres paradigmas de la generación del temple. Y los tres presentaron en Madrid sus credenciales de esa otra manera de torear. Los dos últimos lo confirmaron en Sevilla y a Ortega le espera la próxima Feria de Abril. Es curioso que Simón Casas, experto en carteles con “química”, no haya pensado en este: Juan Ortega, Pablo Aguado y Tomás Rufo. ¿Y por qué no, toros de Juan Pedro Domecq o de Luis Algarra?

Personalmente, el toreo que más me llega es el de Juan Ortega. A su irreal despaciosidad añade el mejor trazo que haya visto en torero alguno y a su composición no compuesta de las suertes, una incomparable embriaguez despierta. No sé si cuajará en figura o será un torero solo para aficionados. En tauromaquia, el valor es el cimiento del arte. ¿Lo tiene Ortega en la dosis necesaria? ¿Se lo rebajó su temprana cornada de Málaga? Desde luego, tiene el valor de torear despacio, muy despacio. Como dice Álvaro Acevedo, más despacio que nadie. En todo caso, San Isidro se presentaba al trianero con muchos retos. Y a los aficionados, su comparecencia les ofrecía la intriga más torera de la feria. Pero Juan Ortega no viene a San Isidro.

Dice la empresa que le ofrecieron las ganaderías de Juan Pedro Domecq y la de Luis Algarra, y el torero dijo que no. Pero eso no se lo cree ni quien asó la manteca. ¿Es posible  que el desarreglo sea por dinero? Raro, aquí todo cristiano sabe donde está parado. Y también se sabe que en el insólito mundo de los toros el toreo caro no se paga caro… a no ser que el torero corte muchas orejas. Con la excepción de Morante, a quien le importan un bledo. 

En todo caso, Juan Ortega, torero que lanzó Madrid,  está fuera de Madrid. Y todo porque al susodicho no le gustan los “juanpedros” ni los “algarras”. A veces, estos taurinos dicen unas cosas

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