Cultura

ACTUALIDAD – Tardes de miopía

Por José Carlos Arévalo

La imagen es objetiva. Capta las cosas que pasan ante el objetivo. Pero puede no contarte lo que pasa y por qué pasa. Deja que tú, espectador, interpretes lo que ves. Y eso parece honesto. Pero no lo es. Porque el autor de las imágenes (hablo de “Tardes de Soledad”, la premiada y ensalzada película de Albert Serra) elige unas imágenes y no otras. Incluso las secciona para que veas un fragmento de ellas, pero no su totalidad, lo que sucede en el filme de marras en todos los planos de toreo. Y eso mosquea, porque el toreo es bello pero no lo deja ver. 

En el objetivo documental de Serra se ve la violenta cogida de Roca Rey, cuando el toro lo machaca contra las tablas, pero no se ve la épica actuación del torero, tan solo el aislado horror de la cogida. En el cínico y objetivo documental de Serra se simula una cámara oculta en el coche de cuadrillas camino de o a la vuelta de la plaza. Pero la cuadrilla sabe que está ahí y los subalternos no dicen ni hacen otra cosa quedar coba al jefe. Sinceramente, he viajado alguna vez que otra en un coche de cuadrillas y escuché cosas muy interesantes, sobre todo en el viaje de vuelta de la plaza. 

A la objetividad hay que cogerla con pinzas. Por ejemplo, si una imagen te muestra unas manos abriendo en canal el pecho de un hombre, agrede el sadismo del carnicero. Pero si las imágenes te informan de que el carnicero es un cirujano que está salvando la vida a un paciente, el horror se trueca en cruda admiración.

La película de Serra es un fiasco monumental. No se puede hacer un documental sobre la corrida de toros sin plantear qué es el toreo, cuáles son los problemas expresivos del torero, sin cuestionarse por qué el torero es el único artista que compromete, siempre, su vida con su obra, sin preguntarse por la dramática y ecológicamentenecesaria muerte del toro, sin discernir por qué el público participa tan intensamente en el hecho taurino. 

Pero lo más asombroso de estas imágenes objetivas que muestran cómo sufren el torero y el toro es la reacción positiva de los aficionados y el silencio de los antitaurinos. Se diría que unos se conforman con la revelación de que el torero sufre y a otros les molesta descubrirlo. De risa.

Finalmente, una inocente comparación. ¿Cómo se tomarían los melómanos italianos una película sobre la ópera a la que no le interesara la música, cuyas imágenes fueran absolutamente sordas al canto y a la música instrumental que lo acompaña? Pero aquí es otro país, otro paisaje, otro paisanaje. Premio en el Festival de San Sebastián y Premio Nacional de Tauromaquia. Para mear y no echar gota.      

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