Un poco obnubilado por el Premio de Tauromaquia de Castilla y León, que acaban de concedernos al Bolsín Taurino Mirobrigense de Ciudad Rodrigo, del que soy Patriarca y que ya tiene 65 años cumplidos, inicio esta colaboración sobre la Feria de San Isidro desde la altura, al menos física, de mi visión desde la andanada en cuya delantera estoy abonado.
Y digo que la obnubilación del citado premio llega después de tan dilatado periodo de apoyo incesante a quienes quieren ser toreros y que pasaron por las filas de nuestro Bolsín, por cierto el primero del orbe taurino, y que ha dado consagrados toreros, como el Niño de la Capea padre, y muchos otros, Diego Urdiales, Roca Rey y Ginés Marín, además del mirobrigense Juan del Álamo, entre muchos otros. Que siga la racha. Y decir que, nunca es tarde si la dicha es buena.
En cuanto a la primera semana Isidril, aunque todavía sin ninguna puerta grande, ya ha dado cosas buenas y algunas no tan buenas, como las cogidas de Alvaro Lorenzo y Ginés Marín, feas pero no irreversibles.
En el capítulo de lo positivo, yo destacaría, sin lugar a duda, el faenón a su segundo toro de El Juli, que superó con creces las dificultades del morlaco de La Quinta, para construir una obra antológica que no olvidaremos. El fallo con la espada le privó de la puerta grande, pero no del aplauso unánime y del entusiasmo de toda la plaza. Visto lo visto El Juli se ha situado en un lugar privilegiado de máxima figura.
Y lo demás aceptable en cuanto ha habido toros bien presentados en general y aunque de desigual comportamiento los ha habido bravos y encastados; recuerdo el sexto de Montalvo, aunque los banderilleros no sé por qué no quisieron ver y que lidió magníficamente Alvaro Lorenzo. Y el primero de El Juli, de La Quinta, un cárdeno extraordinario dentro de un promedio general de tan buena presentación como hechuras y trapío.
Pocas orejas y pocas faenas dignas de ellas. Pero es que como me comentaba el ganadero Adolfo Martín, “la plaza de Madrid es muy difícil y complicada” y para triunfar en ella tienen que darse varias conjunciones al mismo tiempo: Toros, torero, público y que el presidente sea plausible y justo que no siempre lo es. Recordar, por ejemplo, que a Uceda Leal en la corrida del 2 de mayo, todavía previa al ciclo, con una muy buena faena a un toro del Cortijillo y mayoritaria petición del público, se le negó una merecida oreja. Misterios del Palco.
Me quedo para finalizar con el buen sabor de los soberbios naturales de Angel Téllez a un toro de Araúz de Robles, que, como tantas veces, no remató con la espada, pero la faena quedó grabada en el recuerdo en este arte efímero pero profundo e impactante, que es la Tauromaquia, donde todo es verdad.