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LA EMPRESA – TOROS EN EL PUERTO

por José Carlos Arévalo

En el Puerto viví una sensación taurina que no he vuelto a sentir. Toreaba José Luis Galloso y todos los espectadores eran Galloso. Era la absoluta identificación del coro y su héroe. Todos estaban dentro. Dentro del ruedo. Todos sentían la respiración agitada del toro, la comezón y la apuesta del cite. Todos sentían la plenitud del toreo en el embroque de la embestida con el engaño. Ningún espectador veía el toreo, todos toreaban. Todos eran Galloso. Aquella faena hizo de la tauromaquia un acto de comunión perfecto. Todos éramos uno, todos toreros, todos Galloso.   

En la plaza del Puerto las palmas por bulerías anuncian la llegada del toreo y la plaza se excita y el torero se viene arriba. En la plaza del Puerto los oles reverberan con voz mañanera y dan vida al toreo, que resplandece más, que emociona más. En la plaza del Puerto, espectadores y autoridades, porteros y acomodadores, monosabios y areneros, y hasta los músicos son cómplices de los coletas porque saben de qué va la vaina. Un día, Paco Ojeda iba despacio al toro, que era una verdadera prenda, y cuando la plaza entera pensaba aquí no hay otra que juir y matar, sin que el sanluqueño le hubiera dado un pase, la música empezó a sonar… Francisco alegre y olé. Paco se detuvo un instante, miró a la banda, no sonrió, pero le cortó las orejas al toro.

En el Puerto ví la faena del milagro. La noche en que José Tomás, con una muleta que era una bandera al viento, se fue a la boca de riego, citó al toro de lejos, y le enjaretó los naturales más largos, hondos y templados que nadie habría podido soñar. Fue la faena del milagro, la del levante sometido al temple.   

Saber estar en la plaza. Ser generoso con los de luces, pero dándose cuenta, sin un pelo de tontos, sabiendo esperar, pero no demasiado, los espectadores del Puerto son el más genuino público de toros. La afición portuense marca la idiosincrasia de la plaza. Y a ella se acoplan los aficionados de Sevilla, Jeréz, Badajoz, Sanlucar y Cordoba, que al Puerto van a pasar el verano. Quien no ha ido a los toros en el Puerto no sabe lo que es un día de toros, es una verdad como un templo. Y además esa sentencia la dijo Joselito el Gallo, que algo sabía de esto.

Este año, los carteles son buenos, quizá demasiado justos. Solo echo en falta a un torero portuense que torea como los ángeles y se quedará sentado, Daniel Crespo. Hay cosas que no entiendo. Este año, la temporada se cierne en una decena de toreros. Y hay dos decenas más de toreros muy buenos que se van a quedar sin torear. Es lógico que los empresarios piensen en la taquilla inmediata. También debieran pensar en la del año siguiente. La sostenibilidad de la Fiesta no la pueden garantizar tres o cuatro figuras. Pero de eso hablaremos mañana.   

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