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LA EMPRESA – Toros y Televisión (3)

Por José Carlos Arévalo

Tengo amigos residentes en Estados Unidos que ven las ferias de Fallas, Abril, San Isidro, etc.,etc. Por supuesto, también mexicanos, colombianos, venezolanos, etc.,etc. Y naturalmente, franceses y portugueses. Por primera vez, el planeta de los toros al completo ve en directo las grandes ferias del toreo. Y si la tendencia prospera, en España veremos pronto las grandes ferias de América. Naturalmente, gracias a la existencia de Canal Toros y su plataforma en Internet.

Esa comprensión de la tauromaquia como un mercado único la inició 6TOROS6 en los años 90, y aunque logramos distribuir la revista en México un día después que en España, los problemas logísticos y de producción para llegar a los 5 países taurinos americanos no los pudimos superar. La revolución tecnológica de la comunicación audiovisual sí lo ha conseguido. Y es suicida oponerse a ella. Si nos fijamos en el fútbol, cuya organización está a años luz de la taurina, concluiríamos que sin la transmisión internacional de los partidos no existirían competiciones como la Champion, ni se podrían financiar los mundiales.

La Fiesta está condenada a la insignificancia si no pacta con los medios de comunicación. Y para empezar se encuentra con uno, Canal Toros, íntegramente dedicado a la tauromaquia. Para su defensa frente a un enemigo global como el animalismo, para la promoción de toreros en todos los países taurinos, para el intercambio genético de las ganaderías, un bloque unido y presente de la industria taurina de cada país, a través de la televisión, es la mejor garantía de futuro para la Fiesta. 

Pero en España, donde se juega la NBA del toreo, la desestructuración del sector taurino impide una política expansiva coherente asociada a la producción audiovisual de la tauromaquia. Un vacío que no sería preocupante si la Fiesta dispusiera de gestores relevantes, como Pedro Balañá el viejo o Manolo Chopera, o si la nueva generación empresarial estuviera más asentada. Por el momento a Canal Toros, y a la televisión en general, el sector, a falta de un organismo que realmente le represente, no le puede ofrecer un interlocutor válido. Y lo que es más grave, la Fiesta adolece de inventiva para proponer producciones ambiciosas. Sin ir más lejos, la Champion, no la inventó la industria audiovisual, la inventó el fútbol. ¿Cómo ha aprovechado el toreo las nuevas tecnologías para promover su expansión?

La actitud ante la televisión del sector taurino en general es ninguna. Para las empresas, habituadas al cortoplacismo impuesto por los pliegos arrendatarios de las plazas, es un importante ingreso complementario, pero no una ampliación paulatina de su clientela; y para los toreros, un exceso de visibilidad que quema su imagen rápidamente. Dos posiciones erróneas, pues espectadores en la plaza y telespectadores en casa son dos nichos diferentes del mercado, y en cuanto a los toreros quemados, que se lo cuenten a Morante, a Roca Rey, a Rufo, a Urdiales, a Emilio de Justo. Si no los hubiesen televisado, no serían toreros quemados -¿cuál de ellos se ha quemado?- sino ignorados.  

En consecuencia de todo lo expuesto, el pacto entre toros y televisión es muy estimulante. Para la empresa taurina porque está todo por hacer, y para Canal Toros porque los canales generalistas le han regalado la tauromaquia en exclusiva.

En la situación actual de la Fiesta, toros y televisión están condenados a entenderse. Afortunadamente. 

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