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EL AFICIONADO – OPINIONES EN LA PUERTA DEL PRINCIPE DE SEVILLA

Foto de la Puerta del Principe de Sevilla. Donde se dan cita los aficionados cabales al termino de la corrida.

Opiniones en La Puerta del Príncipe

Uno que lo tiene claro: 

         Esaborición total

Seamos claros y breves. Corrida de expectación, corrida de … esaborición, Porque los siete toros de Juan Pedro Domecq eran siete esaboríos (al 2º se le lesionó la mano derecha y lo devolvieron), y a un toro esaborío no se le puede torear. Hubo un sobrero, esaborío, de la casa y el otro pertenecía a la Virgen María (qué atrevimiento) y no era esaborío, era un marrajo saltarín, que botaba como una jaca loca. O sea, que como los toros en el ruedo son como mentalistas que inducen estados de ánimo a los presentes, ya se lo pueden imaginar: esaboríos todos.

Salvo Morante, que tiene fibra para regalar y por eso le dio algunos muletazos buenos a su primero y al de la Virgen, con gran sentido del humor, le hizo una parodia de toreo a la antigua que tal vez despertó al sufrido respetable. Por su parte, a Juan Ortega se le atragantó la esaborición y estuvo muy triste, tristísimo, toda la tarde. No así Pablo Aguado, pero tampoco se le vio muy contento. Para ser justos, a Ortega se le anotaron unas buenas verónicas y a Aguado, quizá otras. 

¿Qué echamos de menos? A toreros que se hubieran comido crudos a los indolentes “juampedros”. ¿Qué habría hecho Roca Rey a esta ralea de toros tontos?  No sé, puede que algo. Apago y vámonos.  

Otro más mesurado:

          La Maestranza es así

Siempre se ha dicho, con razón, que la Maestranza es una plaza donde su público sabe ver y estar en todo tipo de corridas: las buenas, las ni fu ni fa, y las malas. La del domingo puso a prueba a su afición. Del cartel se esperaba mucho y no se vio casi nada. Y como la Fiesta, en estos momentos de acoso y crisis necesita a toda costa de las buenas, la gente mereció una buena nota, porque fue muy mala. Pitó a todos los toros de Juan Pedro Domecq y al de Virgen María, porque se lo merecieron con creces. Aplaudió lo poco bueno que hicieron los dos jóvenes y estuvo justo con Morante, porque no se puede estar mejor con tan mal ganado. ¿Quién estuvo bien? El público, por su paciencia.

Uno indignado:

Menos arte y más talante

En la Maestranza nos gusta el toreo bueno y de arte. Pero también el toreo bueno y de valor. El toreo es destreza, inspiración y actitud. Me gustó la actitud de Morante, porque tiene arte y cojones. Me decepcionaron Ortega y Aguado, que tienen arte y menos actitud. No me gustaron los “juampedros”. A su habitual nobleza debe acompañarla el brio. Si no lo tienen, como hoy, son toros tan banales que hasta el toreo bueno se banaliza. Y eso pasó con el toreo a la verónica de los tres matadores, con los quites por chicuelinas de Juan Ortega y de Pablo Aguado y hasta con la genialidad de Morante con el de Virgen María, un toro de campeonato para un concurso de saltos. Cero para el ganadero, cero para los toreros que eligieron esta corrida y cero para la empresa que la compró. ¿El público? Correcto, demasiado correcto. Con las entradas tan caras se debe exigir más. ¿Y la guasa del sobrero?  

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