PLANETA TORO – 🇵🇪 El Perú taurino en los postreros días de la pandemia.
Plaza de toros de Chota.
Por Baldomero Cáceres.
Nos amenazan los nubarrones de la crisis global, los precios que se disparan y la agitación social. En el tercer mundo y en países con alta inestabilidad política como el Perú, esto supone la tormenta perfecta para poner en riesgo la reactivación taurina que creíamos llegaría en la temporada 2022.
A éstas alturas deberíamos ya tener certezas respecto a las ferias que como en España, coinciden con el calendario de las fiestas religiosas que con fervor mestizo, se conmemoran en los Andes peruanos.
Ya por San José se cancelaron dos festejos y el que íbamos a tener a las puertas de Lima, en la plaza de toros La Esperanza, reducto taurino durante la pandemia, nos sorprende también con su postergación con el Domingo de Ramos encima. Esa fecha estaban programados Octavio Chacón, Emilio Serna y el peruano Alfonso de Lima con toros de Parra.
Chota, Cutervo, Bambamarca y Lajas apenas han hecho un boceto de lo que serían sus ferias y la de Huamachuco aún no camina. Y así podemos seguir sumando localidades que ven peligrar sus corridas tradicionales, en este clima que responde al enfriamiento global de la economía, al trance opaco que atravesamos.
Mientras, los ganaderos se las ingenian para no sucumbir con dos camadas, en muchos casos completas en los campos, lo que en la sequedad de la costa peruana supone gastos continuos ante la necesidad de comprar forrajes y concentrado, que es como aquí llamamos al pienso.
Dada esta sobreoferta, los precios de los toros, han bajado en algunos casos en un 50% y ya se habla de la pronta desaparición de algunas ganaderías del casi centenar puede haber en el Perú, aunque son 10 o 12 las que contienen al grueso de la población brava.
Toreros parados, de oro y plata, cuadras de caballos y todos los sectores que dependen directamente de la realización de esos 700 festejos taurinos de los que nos enorgullecemos los taurinos peruanos, se hayan inánimes. Acaso sea esta la tormenta perfecta que esperaban los antitaurinos.
No podemos anticipar la debacle. La pandemia ha cedido, tras dejar 200 mil fallecidos, la vacunación ha funcionado y ya nos hemos acostumbrado a la nueva normalidad sanitaria. Hay organizaciones que trabajan para neutralizar ataques y la responsabilidad individual nos lleva a mantenernos a flote.
Es pues momento de tener fe dado lo compleja de la situación y confiamos esperanzados que el fervor popular se imponga a las carencias y que podamos pronto dar parte de las ferias que en su mayoría se dan en los Andes peruanos, en cuyas serranías se refugia la tradición y el verdadero corazón de la pasión taurina.
Lima, la capital, espera aún definiciones de Casa Toreros, concesionaria de Acho, y parecen empujar la realización de nuestra Feria del Señor de los Milagros tras dos años vacíos y los tira y afloja con el Alcalde de Lima que pretende sumar votos entorpeciendo su organización. Que su empeño sea un boomerang, y lo lleve a fin de año al cadalso electoral. Será entonces en que podremos volver a respirar y aliviados.