Andres Hernando en el día de su alternativa, de manos de Victoriano Valencia y el Viti. Hoy hace 60 años de aquel día.
Por José Carlos Arévalo
Todo aficionado tiene su memoria personal del toreo. Yo era un joven y entusiasta aficionado madrileño en la década prodigiosa, los años 60. Veía toros en Las Ventas y en Vista Alegre. En aquella época, las novilladas tenían un aliciente para todos los aficionados, viejos y jóvenes. En especial para estos, porque las novilladas eran baratas y las pesetas escaseaban. De modo que los jóvenes nos especializábamos en novilleros. Uno que me llamó mucho la atención fue Andrés Hernando. Le vi debutar en Las Ventas y desde entonces seguía sus actuaciones a través de la prensa –entonces se podía seguir la carrera de los novilleros en los periódicos-.
Me gustaba su concepto porque se acoplaba pronto con los toros, y el trazo de sus lances y de sus pases tenía cincel, era el suyo un toreo esculpido. Hablan entonces de su estilo castellano, pero a mi esos calificativos siempre me han desconcertado, lo que yo veía en Hernando era torear con mando, con temple, o sea despacio, y tan bien acompasadas llevaba las embestidas que el remate de las suertes siempre era perfecto. Y como toreaba muy bien triunfó en Madrid, en Barcelona, en Sevilla. En Barcelona indultó un toro de Pablo Romero. En Sevilla toreó varias novilladas seguidas. Y en Madrid le pusieron un día con El Cordobés y se entretuvo en cortar tres orejas. Las mismas que cortó el día de su alternativa en Segovia a manos de Victoriano Valencia y en presencia de El Viti. Por cierto con una ganadería muy brava, hoy desaparecida, la de Manuel Arranz.
Este año se han cumplido 60 años de aquella tarde de su alternativa. Y hoy sus partidarios de entonces le han dado un homenaje en la Plaza de Ávila, coso que él inauguró en 1967. Lo ha celebrado echando unos erales de su ganadería a varios chavales que quieren ser toreros acompañado de amigos, aficionados, familia y autoridades como el Alcalde de la ciudad Jesús Manuel Sánchez Cabrera, representantes de las Diputación o de la Junta de Castilla y Leon como el Consejero de Cultura Gonzalo Santonja.
Fue un buen torero. Estuvo en activo poco tiempo, como entonces se estilaba. Luego se hizo ganadero. Ahora es generoso con los que quieren ser lo que él fue. Cuando a veces le veo en Las Ventas, le vuelvo a ver vestido de luces y regreso al pasado, cuando éramos jóvenes y disfrutábamos el toreo en la década prodigiosa.