por José Carlos Arévalo
Como el Domingo de Resurrección los malagueños y los sevillanos se quedan en casa por Semana Santa, y como los arlesianos tienen su Feria de Pascua, en Málaga, Sevilla y Arles hubo llenazos. Y como los madrileños están en las carreteras de vuelta a casa, en Madrid hubo un cuarto. O sea, otros ocios mandan en la Fiesta.
Pero no seamos tan tajantes. Si en Sevilla este domingo el lleno está asegurado es porque sus grandes carteles han convertido la fecha en un acontecimiento taurino. En el Domingo de Resurrección Sevilla es el centro del mundo taurino. Los arlesianos han consolidado su feria, sobre todo bajo la batuta de Juan Bautista, su actual empresario. Y Málaga ha convertido el antiguo Sábado de Gloria, hoy Santo, en una importante cita taurina, la Corrida Picassiana.
Lo de Madrid es otro cantar. Ni el Domingo de Ramos, ni el de Resurrección han encontrado su sello. Por supuesto, es una meta difícil. Ni con figuras se ha llenado la plaza en las últimas décadas. Ni siquiera lo logró El Juli en su época más taquillera. Parece ser que lo único posible es ofrecer carteles sin mucha pegada para el gran público pero atractivos para los aficionados. Y por desgracia estos no son muchos. ¿Procede entonces resignarse?
No soy empresario, ni más listo que nadie. Pero siempre me han extrañado las malas entradas que registra Las Ventas fuera de feria. Una ciudad en la que se quedan en casa cerca de dos millones de madrileños todos los domingos debería aportar algo más que un cuarto de entrada. Y si no lo hace es por dos razones. La primera y más determinante es la ausencia total de información previa de las corridas. Nadie sabe qué se juega cada torero en su comparecencia, ni qué interés competitivo tiene la terna anunciada (es un decir: de los carteles solo se enteran los aficionados bicheando en internet), ni que caracteriza a los toros con los que se van a ver las caras, por este simple dato, a la inversa que con el fútbol, por hay un solo medio abierto de información que lo cuente.
Y si esto se refiere a Madrid, puede hacerse extensivo a todas la ciudades de España. Por eso, la Fiesta perdura refugiada en el amparo de las fiestas patronales de cada ciudad. Gracias al suelo de seguridad que ofrecen, las corridas de toros continuarán su camino en la temporada de 2023. De nada sirve que haya buenos toreros, que los hay, y muchos, a pesar de lo que digan los pesimistas de siempre. Y hay muchos toros bravos y bien presentados, a pesar de lo que digan los pesimistas de siempre. Pero ni de los toreros ni de los toros tiene noticia el gran público. Porque ni los periódicos, ni la radio, ni la televisión informan de la actualidad taurina.
Como consecuencia de este vacío, este año veremos muchos carteles rematados, con los mismos nombres, los que suenan algo más en la calle, pero menos corridas. Y los toreros que más nuevos tendrán muchos menos contratos. Ojalá me equivoque.Y ahora, la eterna pregunta. ¿Cuando el sector de la tauromaquia, no uno o dos empresarios en solitario, sino todo el sector, va a emprender una política de comunicación en toda regla?