Cultura
EL TOREO – Agosto de los toreros

por José Carlos Arévalo
Cuando Gallito de Zafra le confirmó la alternativa, Ojeda no era nadie. Dos meses después toreaba seis toros en Sevilla y era la primera figura del toreo. Los tiempos cambian. Entonces mandaba el público y las empresas estaban a su servicio. Este año, David de Miranda abrió la Puerta del Príncipe. Y a verlas venir. Pero Garzón, que es un empresario ético, lo puso en Málaga. Y David asustó al miedo. Me recordó a Ojeda. No en el toreo, sí en la ética del toreo. Torear o morir. La tarea del héroe, el toreo en su máxima expresión. ¡Cuánto mercader de baja estofa!
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Cuando se torea como lo hizo Diego Urdiales en Bilbao, el toreo no se puede traducir a palabras. En mi vida he visto a muchos toreros buenos. A Cagancho, Antonio Bienvenida, Antonio Ordóñez, Rafael de Paula, El Viti, Camino, Romero, José Tomás, Morante… Y, sinceramente, en sus buenos días no les vi torear peor, pero tampoco mejor que a Diego Urdiales en Bilbao. Lo que pasa es que Urdiales llevaba seis corridas toreadas este año. Lo que sucede es que entró en Vista Alegre como sustituto. Lo que está ocurriendo es que siguen sin llamarle… ¡ni para llenar huecos! ¿En manos de quién está la Fiesta!
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Extraño caso el de Daniel Luque. Como tiene el vicio de cuajar a los toros, a los propicios y a los difíciles, a los grandes y a los chicos, en el sur y en el norte, en el este y en el oeste, resulta que los enterados reconocen que el de Gerena es un torero muy capaz. ¿Solo eso? En mi ingenuidad, no había caído en la cuenta de que la maestría es enemiga del arte. Tampoco había comprobado que torear con arte al toro díscolo, con temple al toro locuno, con regusto al toro fiero iba a rebajar la excelencia de un torero artista. ¿No será que este torero arrollador es, además, un torero de culto para el verdadero aficionado?
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El problema de Roca Rey es que cuando no corta orejas dicen que está mal. Pero está bien. El problema de Roca Rey es que de novillero triunfaba en todas las plazas y de matador, también. Pero de eso solo se entera el público, no la opinión publicada. El problema de Roca Rey es que no da argumentos a sus extraños críticos, que no se atreven a ponerlo mal, ni explican por qué no lo ponen como merece. El problema de Roca Rey es que cuando sus enemigos quieren enterrarlo en Bilbao, torea en Bilbao y el finado resucita. O sea, que todos los problemas de Roca Rey son el problema eterno del líder: no pegar pases muy buenos y muy despacito a la señora envidia, nuestro pecado nacional.
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Decían que Pablo Aguado deja pasar al toro, a media alturita, sin torearlo. Decían que torea con naturalidad pero no con arte, que tiene gracia pero no elegancia, que torea bien pero necesita su toro. Y yo me decía, me gusta ver torear a media altura a un toro bajo de raza. Y pensaba que la naturalidad es una consecuencia del torear con arte. Y me sorprendía, porque la gracia con temple es pura elegancia. Y me rebelaba, porque el toro de Aguado son muchos toros. De cualquier forma, las críticas al sevillano ya no importan. Su agosto ha tapado muchas bocas.
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No se pude estar en todas las plazas. Sí hacer escapadas a las grandes ferias, para ver una o dos corridas, las de los toreros que te interesan. Ir a pequeñas y lejanas plazas moviliza mucho menos. Pero es un error. En las plazas rurales, el público es exactamente igual al que era hace años. Menos contaminado, más espontáneo, dueño de un “ole” más fresco y desinhibido que el del público urbano. Además, en ellas torean espadas que antes atendían las grandes empresas: los toreros con mensaje. Por ejemplo, David Galván, quizá el torero de arte más original de todo el escalafón. ¿Por qué no dejo en paz y me acerco más a los cosos rurales? Mea culpa. Si critico a los demás también debo criticarme. Rectificaré.
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No soy partidario de toreros sino del toreo. Pero el toreo que más me gusta es el de Juan Ortega. Y estoy mosqueado. En todas las reseñas que leo de sus actuaciones lo primero que destacan es su mala suerte con los lotes que sortea. Parece cierto. Pero la experiencia me dice que cuando los toreros están tienen más suerte en los sorteos. Septiembre debe ser el mes de Juan Ortega. Con suerte o sin ella.
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Otro torero que hace el toreo que más me gusta es Fortes. Y siempre ha estado bien. O sea, que siempre ha toreado clamorosamente bien. Haya cortado orejas, oreja o ninguna oreja. En otros tiempos, cuando un torero toreaba como lo hace el malagueño, estaba en la primera fila. Porque en otros tiempos mandaba la opinión taurina y ahora manda el “sistema”, es decir, lo que deciden cuatro o cinco empresarios. Tendré que esperar a la Feria de Otoño para verle. ¡Que raro está el patio!
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Lo que me gusta del toreo es que los resultados no lo dicen todo. Y como ahora la información taurina parece poco segura de sí misma, el eco del toreo apenas traspasa los muros de la plaza. En consecuencia, los trofeos se yerguen en la única vara de medir. Pero las orejas, que dicen mucho, no lo dicen todo. Por una sencilla razón: el arte es inmedible. Tampoco una gran actuación frente a un toro sin opciones. Por ejemplo, en Cuenca, Uceda Leal había cortado una meritoria oreja a su primera. Pero con su segundo, queera un gran toro, iba a redondear la tarde. Y no la redondeó porque el animal sufrió un puyazo trasero que le atravesó el pulmón (así lo diagnóstico el análisis post mortem). De modo que su faena, muy meritoria porque el toro ya no se prestaba, fue una buena faena, pero no la gran faena que el torero esperaba, que todos esperábamos.
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En el patio de cuadrillas se desean suerte hasta los mulilleros. Y con razón. Porque una cosa es hacer la suerte al toro que embiste, bien o mal, pero que embiste. Y otra muy distinta es que no haya opción a hacerla cuando los toros no embisten ni a palos. O sea, que hay dos suertes, la que se hace y la que no se tiene. Que se lo pregunten a Curro Díaz, ese gran torero al que cuando un toro medio le embiste lo torea como si fuera el toro del año. Por cierto, ¿por qué torea tan poco un torero tan bueno?
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Y Morante. Sin adjetivos. Porque lo indiscutible no los necesita. Porque los genios se salen. De todo, Del sistema. De los cánones. De lo que se debe o no debe hacerse. Arrolló desde Sevilla como sin querer. Enloqueció a Madrid. Toreó en Salamanca más allá del bien y del mal. Entusiasmó en Pamplona… ¡a las Peñas! Y su cornada de Pontevedra fue el suceso taurino del año. Toreando o en la cama ha puesto el toreo bocabajo y a la Fiesta bocarriba. ¿Qué antitaurino levanta la voz cuando torea Morante de la Puebla? Reaparece en la España de África. De puta madre. Y toreará en Sevilla, por San Miguel, como el torero que asume en su acerbo todo el toreo sevillano, de Costillares a Morante. Y el 12 de octubre, Madrid será el centro del mundo taurino. Por la mañana, por la tarde y por la noche. Contra el antitaurinismo, contra el veto informativo, contra la cobardía de los políticos políticamente correctos, la tauromaquia tiene una receta: Morante de la Puebla.
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Este agosto nos ha dicho que vivimos un tiempo de muy buenos toreros. Unos torean porque se lo merecen, otros porque están bien situados en el sistema. Pero también hay buenos toreros que torean poco y además los hay que no torean nada y sin embargo deberían torear mucho. ¿Quién ata esa mosca por el rabo? Septiembre va a poner las cosas muy claritas.
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