FERIA DE SAN ISIDRO – 15ª de abono. Triunfo legítimo de Leo Valadez
Oreja de peso en la tarde de confirmación de su alternativa
Fotos Plaza 1/ ALFREDO ARÉVALO
En Las Ventas pasan muchas cosas a la vez. Por la mañana, en los corrales. Por la tarde, en el ruedo y en el tendido. De modo que vayamos por partes.
Los corrales: ¿Cuál es el baremo de los veterinarios? ¿El que marca el tendido 7 o el que les dicta su conocimiento? Estoy seguro de que entre los 8 toros de Torrealta se aprobaron los 4 con más cuernos. En Madrid solo se aprueba un toro con encornadura normal cuando pesa más de 600 kilos, para que compense y los necios se calmen. Pero esta vez en el cambio hubo suerte, porque en lugar de los desechados salieron dos grandes y bravos toros de los hermanos García-Jimenez. Sin viento habrían sido de premio. Y los cuatro, protestados porque pesaban poco más de 500 kilos, sumaron al viento una encastadísima agresividad. Dejaron en ridídiculo al torismo cateto de esta plaza. Pero la pasmosa intransigencia unida a un cerril desconocimiento termina por cansar.
El Ruedo: En la arena había tres tíos a los que no afligió el viento, el toro y el inquisidor. Empecemos por el toricantano, Leo Valadez, un joven mexicano con hechuras de becerrista y hechos de torero. No le afligió la encastada y livianamente picada corrida. Sorprendente, recibió al toro de la confimación por caleserina, tafallera, gaonera y larga. Banderilleó con agallas a un toro que embestía como un obús. Y si el viento no le hubiera enloquecido la muleta habría triunfado. Lo hizo con el último de la tarde, al que banderillearon los tres espadas, correspondiendo Leo a la anterior invitación de sus compañeros. Con la muleta le hizo una faena bravía, valor y empeño contra un toro con más genio que casta. Fue cogido, salió milagrosamente indemne y mató a la fiera de una estocada sin puntilla. Cortó una merecida oreja, que al presidente le costó otorgar. Era de justicia y reglamentaria. Valadez trajo aire fresco, ilusión y torería frente al toreo repetido que soportamos. Pero reconozco que después de negárselas a El Juli y a Roca Rey antirreglamentariamente, para cortar orejas en Madrid no solo hay que merecerlo, hay que hipnotizar al palco y llenar de travestis el 7.
El Fandi y Manuel Escribano estuvieron bien. El granadino con un mal lote y el sevillano con un toro bravo y muy encastado de García-Jiménez. De no haber tenido que torear al viento y de haber matado con una buena estocada, Escribano habría tocado pelo. Dio una merecida vuelta al ruedo.
El tendido: Me gusta la gente de este país que va a los toros. No sabe mucho de toros pero siente el toreo. Muchos aficionados no lo sienten y para su sorpresa apenas lo saben. Cuando triunfaba Joselito el Gallo de novillero, los aficionados más conspícuos le motejaron de “señorita torera”, cuando empezaba Belmonte lo llamaron “payaso”. El pueblo, la gente llana dijo ipso facto “son estos dos”. Con El Cordobés pasó lo mismo. Los listos se suelen equivocar, miles de personas exclamando ole al únísono, sin que nadie lo ordene, nunca, tienen siempre la razón. Son la verdad más objetiva.
Por desgracia, en Las Ventas los presidentes suelen ciscarse en la mayoría y obedecen como corderos a una minoría que chilla mucho y sabe poco.