FERIA DE SEVILLA – Cuando el toro cierra la puerta no hay torero que la abra
Diego Urdiales dejo latente de nuevo la pureza de su toreo. Fotos Arjona/Pagés. Toromedia Comunicación.
Cuando el toro cierra la puerta no hay torero que la abra
Mejor el olvido. Y no aburrir al improbable interesado en esta corrida con muchas palabras. La historia se resume así:
Los toros de los hermanos García Jimenez dijeron no, se movieron, pero se movían mal. Embistieron, pero embistieron muy mal. Salvo el sexto, que embistió regular.
Diego Urdiales, a quien no le ha embestido un toro en toda la feria, le vimos unas verónicas inmensas, lentísimas, cadenciosas, por las que antes le firmaban a un torero cincuenta corridas y le escribían artículos los columnistas no taurinos.
Cayetano trajo aire fresco y espontaneidad con dos toros de difícil acople. Y punto.
Y Paco Ureña mostró voluntad a raudales con otros dos poco voluntariosos.
Lo mejor de la tarde: seis toros, seis estocadas.
Lo peor: las excesivas ganas de agradar de los toreros, el inútil riesgo asumido. Cuando los toros salen así, el torero debe cortar por lo sano, no tener piedad con el toro, ni con el ganadero, ni con el empresario, ni con el público. Debe armar un escándalo, cargarse a los toros, aguantar la bronca, irse a casa y fumarse un puro.
José Carlos Arévalo
FICHA:
Se lidiaron toros de Hnos. García Jiménez, bien presentados y de juego desigual.
Diego Urdiales, silencio y ovación.
Cayetano, ovación tras petición y silencio.
Paco Ureña, ovación tras dos avisos y ovación tras petición y aviso.