Notable el comportamiento de los aficionados de la Maestranza. Al contrario que los conspícuos aficionados de Las Ventas, no tratan de dirigir al torero –ponte en el sitio, crúzate, dale distancia, pónsela, etc.- sino que lo dejan actuar con libertad y luego jalean, ovacionan, silencian o pitan. La diferencia, abismal.
Buenas actuaciones con premio de oreja de Oliva Soto, Angel Jimenez, José Garrido y Perera.
Impactante actuación de Daniel Luque, que poniendo todo de su parte ante un lote bastante peligroso de los toros de el Parralejo, consiguió darle la vuelta a la tarde y lograr finalmente salir a hombros por la Puerta del Principe.
Desconcertante desconocimiento el de la supuesta cátedra sevillana, cuando pitó el hecho de que Lili recibiera el segundo “Jandilla” de Morante. Olvidaba que antaño la brega de recibo a cargo del peón era la norma que permitía al matador comprobar la embestida del toro. Y también al aficionado. Lo que quería comprobar Morante es si el toro embestía con la vista cruzada. Pero la gente no vio al toro ni entendió al torero, lo tomó por inhibición del artista. Normal, hoy el matador asume las dos funciones: brega de salida y luego, tanto si el toro se presta como si no, torea a la verónica, bien o mal, con el pero de que siempre es previsible. Así que sabihondos que no saben en la Maestranza… Vaya, vaya.
Justo, la gente premió con justeza la faena de Manzanares a un bravo “jandilla”. Un trasteo brillante, meritorio a partes iguales. Una la puso el toro, por sus encastadas y codiciosas embestidas, y otra la puso el torero, por su mando elegante y lo cerca que se lo pasó. Y Raro, la gente siguió con prudente comedimiento la fascinante lidia de Morante a su primero, con el capote, la muleta y la espada, pero todo lo puso el torero. Y claro, su comedida petición no conmovió al Usía, más indiferente que una estatua. Cero colectivo en sensibilidad.
Precios disuasorios para la gente de sol. Un tendido de sol es más caro en Sevilla que un tendido de sombra en Madrid. Sí, ya se que Las Ventas afora el doble que la Maestranza. ¿Pero qué prefiere la empresa, ver el sol vacío a precios astronómicos o verlo lleno a precios decentes?
Desinformación. Si los periódicos, las televisiones, las radios –la información digital no basta, porque a los portales solo se asoman los aficionados- hubieran informado de lo que está haciendo Daniel Luque en los ruedos, la gente habría sabido lo que traía en las alforjas el de Gerena y el jueves la Maestranza se hubiera llenado. La censura informativa, principal enemigo de la Tauromaquia.
Sobresaliente. A la cuadra de Peña. ¡Qué maravilla de caballos para picar! Qué obediencia en la boca, qué valor sin una protesta para ir al cite, qué firmeza al recibir el choque de la embestida y qué destreza en los aplomos al sostener el empuje del toro. Un triunfo silencioso que sucede todas las tardes.