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PAMPLONA – Una corrida sin sentido

Una corrida sin sentido

Para entender un cuadro, un libro, una composición musical, lo primero es preguntarse por qué, qué ha pretendido su autor. Pues bien, cuando leí el cartel que nos ocupa, seis toros de Cebada Gago para Juan Leal, Román y J.E. Colombo, me hice la pregunta y no supe responderme. 

O sea, seis toros de previsible mal juego, o de no juego, para tres jóvenes en lucha. ¿Por qué? ¿Porque Cebada Gago es un hierro de cierta tradición en Pamplona? ¿Y qué pintaban estos tres espadas ante un ganado previsiblemente complicado? ¿Para dar una gran tarde de toros? ¿Para compensar el gasto de otros carteles más fuertes? 

La corrida no dio juego. Por falta de fuerza, porque no le gustaba embestir con fijeza, porque la bravura no es medir y rebañar, por lo que ustedes quieran. Y los toreros dieron juego en consonancia. Juan Leal con un valor un poco exasperante, como si en el toreo fuera un fin y no un medio. Román con gestos estereotipados al entrar y salir de las suertes –la verdad es que no podía hacer otra cosa- o toreando a su segundo desde la ventana de su casa, posiblemente con razón; y Colombo calentando al personal de sol con sus espectaculares tercios de banderillas y ya. Lo que no se le puede reprochar al venezolano, porque a sus toros les gustaba correr pero no embestir.

Quien sabe, tal vez la Casa de Misericordia tenga razón en programar carteles como el de marras, porque las peñas lo pasaron igual de bien que todas las tardes y porque la gente que está en la corrida tiene mejor aguante que el redactor estas líneas. 

De todas formas, es peligroso hacer carteles sin sentido en una feria con tanta repercusión mediática.

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