Un cartel con argumento
Una cosa es programar carteles y otra crear carteles. Esto último es lo que ha hecho José María Garzón para la Feria de Córdoba: Seis toros de Álvaro Núñez Benjumea, para Alejandro Talavante y Andrés Roca-Rey. O sea, el debút de un ganadero joven pero ya legendario gracias a su andadura con la ganadería de su padre: una comparecencia cargada de intriga, seis toros que todo el toreo escudriñará con lupa. ¿Estarán los Núñez-Benjumea a la altura de los Núñez del Cuvillo? ¿Repetirá Alejandro una faena a la altura de la que cuajó en Zaragoza a un toro colorado o castaño –mi memoria no recuerda los colores exactos- de la divisa paterna? Fue una faena histórica, en la que el ojedismo –como técnica- se puso al servicio de la más cabal expresión talavantista. ¿Acoplará Andrés la emoción de su toreo cambiado a la profundidad de su largo toreo ligado en redondo? ¿Qué se impondrá, la inspiración del pacense o la intensidad del limeño? Un mano a mano adquiere todo su sentido cuando enfrenta a dos líderes como estos dos, incontestables, intratables y distintos. E independientes, como sus apoderados, dos maestros retirados que solo se casan con sus toreros, Joselito, defensor de Talavante, y Roberto Domínguez, defensor de Roca-Rey. De estas corridas, Rafael El Gallo decía que tienen “química”. Química entre toros y toreros. Y en este caso, una química explosiva, cuyo artificiero es José María Garzón, joven empresario que suele triunfar en todas las ferias que organiza. Lo único que le hace falta a este cartel estelar es que Dios reparta suerte para todos.
Desde la distancia, García-Lorca veía a Córdoba, lejana y sola. Ahora yo la veo próxima y llena de ilusión por el toreo.
