Animalismo antidemocratico (2)
Ayer mostraba mi perplejidad ante la negativa de los animalistas de que quienes son aficionados a las corridas de toros pierdan su derecho a verlas. Lo hacía a propósito de que un político del gobierno de España ha pedido a los animalistas, en San Sebastián, que reunan quinientas mil firmas para presentarlas al Congreso y así anular las quinientas mil que los aficionados reunieron para amparar a la Fiesta tras la ilegal prohibición de las corridas en Cataluña. Me asombró el carácter antidemocrático e su propuesta abolicionista por ziscarse descaradamente en uno de los pilares básicos de la democracia, el respeto al derecho de las minorías, si estas no subvierten, como es el caso, ni los intereses ni los derechos de los que opinan lo contrario.
Pero los animalistas, que nunca han aportado argumentos solventes a un debate serio sobre la tauromaquia, acaban de descubrir que lo de las firmas puede funcionar. Y hoy nos enteramos de que han reunido 140 mil exigiendo al Presidente de la Junta de Galicia que no vaya a los toros en Pontevedra. Me parece que se equivocan. Si Alfonso Rueda es un asiduo de la plaza de Pontevedra será porque es aficionado o porque, como muchos ciudadanos que no lo son también van a los toros durante las ferias. No, no creo que el actual Presidente acepte que le digan lo que tiene que hacer. Si obedeciera, 140 mil animalistas –a los que no supongo votantes del PP- botarían de contento, pero del presidente se reirían todos los demás.
He tratado a muchos gallegos, algunos difíciles de entender. Pero tonto no he conocido ni uno.