Editorial
San Isidro, Año 2025 (1ª parte)

Apuntes del aficionado
Impertinente
9 de mayo: Talavante nos regaló un “Misterio”
- No me gustó la corrida de mi admirado Victoriano del Rio. Seis galafates broncos, con pitones como guadañas y más gordos que elefantes bien comidos, no pueden embestir, aunque quieran. Soportar 150 kilos de más y embestir, eso es mucho pedir. ¿Cómo se habrían portado con su peso natural? No se lo pregunten al bueno de Florito, que ni le cobra comisión al carnicero. Aunque en medio de esa locura, milagros de la Fiesta, Victoriano nos mandó un “Misterio”.
- Pero el misterio de ese toro llamado “Misterio” lo descubrió Talavante. Porque en los dos primeros tercios fue como sus hermanos. Eso sí, Miguel Ángel Muñoz lo picó con temple (por cierto, ni una palma). Y sin embargo, cuando llegó a la muleta nadie creía en el toro, ni la vaca “Misteriosa” que lo parió. Claro que tampoco sabíamos que la muleta de Talavante está empapada de una droga que embriaga a los toros, los imanta, los endulza. Sí sabíamos que la tal droga se llama temple. Pero que nadie, ningún listo, me explique cómo Talavante drogó a “Misterio”, que nadie busque una explicación al milagro del temple. Los sublimes naturales de Talavante no tienen explicación, son un misterio. Y punto.
- Los dos toros que le echaron a Juan Ortega es como haberle ofrecido a Tomatito una guitarra con las cuerdas de esparto, y decirle, hala muchacho, toca, a ver si es verdad. Pareció que en un quite de Talavante… pero, no. Aquello fue un espejismo talavantesco. El toro era un botarate y la faena de Ortega tuvo mérito. Su otro toro era un rufián cobarde con muchos cuernos y 640 de torpeza y nula bravura. Gran cabreo, porque el de Triana es el torero que torea como los demás sueñan torear.
- Clemente, que es un torero de clase, tiene un par de cojones. Se jugó la vida como solo se la juegan los tíos muy tíos, frente a dos cabrones asesinos que no lo mataron porque Dios es buen aficionado. La gente, mucho menos. Torear por naturales y redondos, a semejantes delincuentes, que uno de ellos te tire treinta cornadas en el aire, en el suelo, con un pitón, con el otro, y que no te mate porque Dios existe y que te pongas de nuevo a darle naturales y redondos, merece algo más que unos comedidos aplausos. Añoro otros tiempos, cuando no había tanto tontitlisto y la gente era más desinhibida en su sentir. Clemente, que confirmaba su alternativa, confirmó que es todo un torero.
- Predicar con el ejemplo. Plaza llena de “no hay billetes”. Un torero por la Puerta Grande. Más gente joven que vieja. Ilusión en los tendidos. Ganas de toros. Televisión en abierto. Grandeza en el ruedo. Y en el horizonte, esa ILP de mierda. ¡Qué país, Miquelarena!

San Isidro, 10 de mayo
Ganado de tercera para toreros de primera
- Eran altos, tenían cuernos. Y no tenían más. Eran Aldenuevas decadentes. ¿Para qué sirve un veedor? Para pesar carnes y medir pitones. No pidáis otra cosa en Madrid. Y claro, reseñaron seis de El Pilar y se lidiaron cuatro. Los dos sobreros, e Chamaco, salieron mansos, infumables.
- Con semejantes mimbres, Diego Urdiales, a quien he visto dar en Sevilla los mejores naturales de, prbablemente, todas las ferias de este año, Con sus dos mastuerzos de El Pilar no dio un lance, ni dio un pase.
¡Qué manera de insultar a un gran torero!
- A dos toros que medio pasaban y no embestían, David Galván los toreó con un trazo angélico, como si toreara de salón, como si fueran dos toros soñados. Nos asombró y nos emocionó. Los mató de dos estocadas. Le pidieron unánimemente la oreja en las dos ocasiones. El presidente, transgrediendo el reglamento, no las concedió. Purita democracia.
- Víctor Hernández es un torero como la copa de un pino. Torear a dos mostrencos de mala casta es una prueba de fuego, de la que el madrileño, con torería salió indemne y triunfal. Cortó una oreja y le birlaron otra. Se conoce que el presidente quería salvaguardar la seriedad de la plaza de Madrid
- Lleno en la plaza y, supongo, examen de conciencia en los despachos.


11 de mayo: Extraordinaria faena de Miguel Ángel Perera
Dos pases cambiados a un toro que galopaba desde las tablas hasta la boca de riego, donde Perera lo espera hincado de rodillas, ligados a dos redondos, un molinete y un pase de pecho, ese fue el comienzo, la plaza en pie, de una faena extraordinaria, basada en un torreo a compás abierto, hondo, de pases naturales y de redondos largos como ríos, ceñidos,, mandones, templados, soberbios, rematados con pases de pecho circulares. Era un cabal y vibrante toreo de muleta que solo es posible hacer a un toro picado pero no machacado. Antes había protestado el tendido 7, que hubiera querido verlo picado de verdad, pero cuando el bravo “Amargado” se ceñía a la cintura del torero, se podía observar que la sangre le llegaba a la pezuña. Si Perera lo hubiera matado como es debido, con la espada atacando en curva, de arriba abajo, y no en paralelo al lomo del toro, habría cortado dos orejas y abierto la Puerta Grande. Aún así, la de Perera puede ser la faena de la Feria.
El resto de la corrida fue decepcionante. Cinco toros de Fuente Ymbro, que dieron mal juego, un Paco Ureña tristón y un Ginés Marín animoso.
Naturalmente, la plaza registró un lleno.
Miguel Ángel Perera: Un faenón catedralicio.
Paco Ureña; sin opciones .
Ginés Marín: muy por encima de un mal lote.

13 de mayo: Triunfa Aarón Palacios en su debut madrileño
El novillero aragonés levantó una tarde plúmbea en el quinto novillo de la tarde. No porque se fuera a recibir al toro (sí, al toro) a porta gayola, ni porque empezara la faena de muleta con las dos rodillas en tierra para dar unos ayudados toreadísimos. Lo sorprendente de este novillero es que parece un matador de toros. Por su colocación, por el sitio que pisa, por lo cerca que se pasa al toro, por el trazo de su capa y de su muleta, que dibujan las suertes con bella armonía y con personalidad. Cualidades que demostró ante un animal que no regalaba embestidas y que se las impuso porque sabe torear.
Sus dos compañeros, el extremeño Sergio Sánchez y el sevillano Javier Zulueta, se las vieron con dos toros deslucidos que les impidieron decirnos quienes son, cómo son y por qué han alcanzado el grado de novilleros punteros. Se entrevió la clase del sevillano y la destreza del pacense. Sus novillos no permitieron más.
Pero no es cuestión de cebarse con los cinco novillos de Alcurrucén, ni con el sobrero de Montealto. Los dos de Alcurrucén que el presidente devolvió para calmar las iras de 7, y el de la divisa madrileña, tienen disculpa. Las lluvias permanentes de los últimos meses han impedido comer al ganado y, a buen seguro, su dieta de última hora, forzada y apresurada, era imposible que fuese asimilada por los novillos. Tanto los que eran mansos como los que parecían bravos no podían con su peso. Todos sobrepasaban con mucho los 500 kilos. ¿Es de recibo embarcar novillos con trapío, encornadura y romana de toro para tres chavales que no se afeitan todavía? ¿No saben los inquisidores que con la alimentación, saneamiento y preparación del ganado actual, tres o seis meses no diferencian al toro del llamado novillo? ¿Es de recibo que se exija y boicotee a los debutantes como si fueran figuras del toreo consagradas, lo que hizo el 7 casi toda la tarde y unos cuantos desnortados por allí sueltos? ¡Qué mal rollo! ¡Qué paciencia tiene al resto de la plaza! ¡Qué obediente a los ultras y qué mal criterio el de Florito! Plaza de Las Ventas, quién te ha visto y quién te ve.
Notas críticas:
1ª/ Para los del “¡cruzaté!”: Cuando un toro se para al ir a tomar la muleta, el torero está, naturalmente, descruzado. En caso contrario estaría cogido.
2ª/ Para los que pitan al picador cuando atraviesa la raya en busca del manso o del remiso: La raya de picar fue solicitada por los picadores para no correr el riesgo de picar en las afueras. Antes, cuando iban en busca del toro, los aplaudían. Hoy, los pitan. Estos tíos se creen que la raya de picar es la raya del penalty.
3ª/ Antes, picar era un oficio torero de riesgo. Hoy, picar es el oficio de los señoritos del toreo. Sobre un zambombo con 650 kilos, más el peso del picador, más el peso de los arreos, más un peto que parece la muralla china, la suerte de varas encabrona a la gente con razón. Es la única suerte que se hace al toro con una impunidad casi absoluta. Dicho lo dicho, no excuso las broncas y rechiflas del 7. Los novilleros no cuadraron un solo toro ante el caballo, pusieron de largo a toros que pedían la corta distancia y que de lejos iban cruzados. Y además, la puya, la asesina puya actual, que impone la recarga y violenta al animal y cuando penetra, desgarra y cuando cae trasera suele herir la pleura y hasta atravesar el pulmón. Y además, los del reglamento, calladitos y fumándose un puro. O sea, que casi retiro mi crítica. Porque el picador, salvo la casi impunidad frente al toro, lo tiene todo en contra.


14 de mayo: Seis Gigantes y un Héroe
Cuando María Antonia Fonseca compró ganado de Domecq, lo de Domecq era chico. Pero a medida que iba pasando de manos, crecía y crecía. Hasta el día de hoy, que ha crecido demasiado. O no. Porque los seis toros de Pedraza de Yeltes tuvieron la movilidad de un toro fuerte y vareado. Hay que quitarse el sombrero y felicitar a los hermanos Uranga y a José Ignacio Sánchez. Han conseguido lo impensable: que un autobús de 2 pisos embista como un bólido de competición. Parece ser que la base de Aldeanueva y el “toque” de Garcigrande han hecho el milagro. En fin, que Madrid ya tiene su toro. No llega aún a los mil kilos, que para algunos sería lo deseable, pero no hay que desesperar y seguir trabajando.
De momento, se ha logrado resucitar un viejo mito bíblico. En las Ventas se vio, se sintió, se sufrió y se gozó el combate del pequeño David contra el gigante Goliat. David reencarnó en Isaac (Fonseca) y Goliat en “Briadier”. Y si David tuvo detrás al ejercito israelita, por si las moscas, Isaac tuvo el apoyo de una excelente cuadrilla, que dio una lección de lidia en varas, en la brega y en banderillas. Se lo pusieron caro al pequeño Isaac. Pero su faena fue épica y muy torera. La emoción devino en paroxismo. Y como el torero ligaba los pases a ley, vimos algo rarísimo, un pase sí y otro no, porque en el que no, el toro tapaba absolutamente al torero. Tremendo. Pero todo tiene solución. En Madrid se debería exigir que los toreros no bajen de 1’90 metros de altura y que todos los toros sean como “Brigadier”, que pesaba 667 kilos. Por favor, que el 7 tome nota. Entre otras cosas, para que los matadores no se vean obligados a volar para matar a volapié, como hizo el pequeño Isaac, quien no tendrá el premio que tuvo David, el reino de Israel. ¿Serán los taurinos de hoy tan generosos como los judíos de antaño? Ni de coña. Toreará lo que tenía firmado y quizá un par de corridas más.
Por lo demás, Román cometió el error de dejarse crudo, sin picar, un torazo como un trasatlántico y además bravo. Y se jugó el tipo, que ya es bastante. Por su parte, Colombo cometió el error de estar por el ruedo como si la corrida fuera de pitiminí, y, claro, a los aficionados serios, que velan por la pureza de la Fiesta, no les pareció bien y se lo reprocharon. Yo salí de la plaza con optimismo. Había superado dos o tres horas de terror. De modo que cuando llegué a casa busqué en Netflix una película terrorífica para seguir con la misma marcha, ¡y joder, me pareció una novela rosa!

15 de mayo: La magia del toro manso
El toro de lidia es algo más que un animal. Al menos, en la plaza es un medium que, como un mentalista magistral, es capaz de sumir en un mismo estado de ánimo a miles de personas a la vez. El bravo emociona, el noble embelesa, el encastado inquieta, el que tiene genio, estremece, y el manso adormece, aburre, provoca una desgana infinita. Pues bien, los “valdefresnos” del día de San Isidro tuvieron mala suerte en el sorteo. Debería haberlos lidiado el santo Job, para que al tedio de la mansedumbre se uniera la paciencia del santo. Entonces, hasta habría narcotizado a los aficionados puristas y se habrían callado de una puta vez.
Por mi parte, no me desfondé. Todo lo contrario, ni siquiera me importó que aquellas moles cebadas hasta el punto de que ni se les podía ver las hechuras no tuvieran un pase, ni tampoco añoré las indolentes embestidas del manso vareado cuando descubre que embestir (o pasar) no hace pupa. Es más, agradecí a los “valdefresnos” que sofronizaran a los que el día del santo se lo montan de “típico-tópicos”, disfrazados de chulapos y chulapas, en un Madrid que es anti folklórico por naturaleza. Qué quieren que les diga, me encantó verlos dormir con los ojos abiertos. Reconozco que soy un mal bicho. Y no les oculto mi disfrute cuando percibí el desconcierto de los aficionados que gritan, porque no sabían a qué gritar. O sea, que el tedio no pudo conmigo. Además, ver que a un torero tan bueno como David Galván se le premia con semejante ganado es para cabrearse de verdad. Ya venía yo mosca, por la mañana había leído que en Santander le han puesto con la de Miura. Como está el toreo, amigos.


San Isidro, 16 de mayo
El toreo de Fernando Adrián y la bravura de “Frenoso”
Fernando Adrián es un buen torero, el más regular del escalafón, triunfa todas las tardes en todas las plazas. Pero si fuera un fijo en las ferias, como los son las figuras, su toreo, que tiene buen trazo, lo sostiene un valor cabal y cala en los tendidos, se destensaría y tendría más kilates. Claro que ante los pitones interminables de “Frenoso” y su volcánica bravura no se destensaría ni el torero por el que ayer se guardó un minuto de silencio en Las Ventas. Hagámonos, pues, la pregunta que a la salida de la plaza, se hacían puristas y superferolíticos en las barras de “Cesar”, “La Tienta”, “Los Timbales”, “Puerta Grande” y de todos los garitos pegaditos a la plaza: ¿Estuvo Fernando Adrián por encima o por debajo de “Frenoso”? Mi respuesta es terminante, Fernando cuajó una importante faena al toro de don Victoriano. De no ser así, habríamos visto más las embestidas del toro que los muletazos del torero. Y si vimos la bravura de “Frenoso” fue gracias al toreo de Fernando Adrián.
Segunda pregunta: ¿Por qué Fernando no mató bien a “Frenoso”? Respondo con otra pregunta: ¿Cómo se mata a un toro con dos cañones antiaéreos que embiste en la suerte suprema con la misma violencia letal de su primera embestida? Y respondo: como mata Manzanares. Solo como mata Manzanares. (Otro día explicaré cómo mata Manzanares, hoy estoy cabreado con el alicantino).
Y tercera pregunta: ¿Por qué Adrián no es un fijo en las ferias? Porque su apoderado, que es un buen apoderado, solo tiene dos plazas, Illescas y Cuenca.
De Manzanares diré que se le fueron los dos toros, que toreó tenso porque está sin sitio o porque a las figuras se les baja el sueldo por estar fijos en las ferias y se conoce que torean en función del puto sueldo.
A Pablo Aguado le correspondieron dos toros deslucidos, lo que encantó a los toristas y desencantó a los toreristas. Le espero con ilusión en su mano a mano con Juan Ortega.
De los ganaderos de Puerto de San Lorenzo y de La Ventana del Puerto no digo nada. Bastante tienen con estar obligados de enviar a Madrid lo gordo, lo feo y lo cornalón. Pero con Victoriano del Rio me quito el sombrero. Es el ganadero líder en las plazas de primera categoría. Desde hace años. No sé cuántas Puertas Grandes ha dado a los toreros. En Valencia, en Sevilla, en Madrid… ¡Expectación para la corrida del 15 de junio!

18 de mayo: Tres grandes toreros y una corrida que les pidió el carnet
La corrida en 10 puntos:
1./ Primero, el público. Una gran mayoría que se vuelca cuando los lances y los pases son bonitos, pero que no se entera cuando estos llevan mucho toreo dentro a pesar de la oposición de toros que, por su muy limitada bravura, de los tres tiempos de la embestida, acometida, embroque y viaje, solo tenían los dos primeros. Una cosa es torear y otra dar pases. Los tres matadores, en los tres primeros toros, dieron tres espléndidas lecciones del arte de torear y fueron silenciados. Tela.
Y una gran minoría que se cree enterada y no se entera de nada. Pitan a los picadores cuando están mal y cuando están bien, piden que los toreros se crucen cuando esta legítima ventaja no es necesaria, protestan los toros por un quítame allá esas pajas y aceptan complacidos los peor hechos que un cebú porque son grandotes. Por su atolondrada imprudencia, esta minoría se manifiesta alto, chilla y abronca. No se da cuenta que tan notorio comportamiento deja muy clarito su absoluta incompetencia.
2./ Uceda Leal, triunfador de la tarde. Hizo dos grandes faenas. Su primera, silenciada, tuvo el mérito de extraer del toro lo que no tenía. Y lo hizo con tanto riesgo como maestría. Una maestría elegante, valerosa, admirable para los que se dieron cuenta de que el maestro sacaba agua de un pozo seco. Y su segunda fue deslumbrante, sabia y bellísima. De una gran intensidad y de una sobrada torería. ¿Fue corta? No, fue exacta, duró hasta que el toro duró. Un pase más y la perfección habría sufrido una mácula. Mató de una gran estocada. Le dieron una oreja que debieron ser dos. Pero el presidente se guardó el pañuelo hasta que el tiro de mulillas enganchaba al toro. Que este maestro no esté en las ferias es sencillamente vergonzoso.
3./ Daniel Luque dio una tarde clamorosa. Así, como suena. Su primera faena a un toro que era un cabrón con muchos cuernos, no la hace nadie. Cualquier otro torero que hubiese apostado lo que apostó habría terminado en la cama. Pero a Luque, por su valor, colocación en los cites, verdad e inteligencia en la presentación del engaño, mando y listeza para corregir aviesas intenciones, no veo un toro capaz de ganarle la partida. La faena a su primero es para estudiarla en todas las escuelas de tauromaquia. La que medio hizo a su segundo también me gustó porque la inmensa minoría se puso a la contra. El funo era un mentiroso. Galopaba con ímpetu fuera de las suertes, pero cuando entraba en jurisdicción se cagaba como una maricona. Ni con la inercia se atrevía a terminar el viaje. Entonces se pitó la faena, Y eso es bueno, solo les pasa a las figuras del toreo.
4./ Emilio de Justo también me gustó. Por un detalle que es algo más que un detalle. Cuando un toro se comporta como para tomar el olivo, el cacereño se relaja, asienta los pies, encaja los riñones, baja la mano, y el muletazo, desmayado, acaricia la maliciosa embestida y barre la arena. De modo que sí, me gustó Emilio de Justo. Ha vuelto a ser el que era antes de la cornada de Madrid. Por supuesto, ya se lo había visto en otras plazas. Pero lo he vuelto a ver en Madrid. Y Madrid es mucho Madrid.
5./ La Quinta. Me gusta el encaste Santacoloma. Admiro el difícil trabajo de Martínez Conradi, que ha sacado a este toro del ostracismo. He visto a grandes toreros hacer el toreo a este bravo linaje, a Antoñete, a Camino, a Domínguez, a Juli… Pero hoy su corrida no me ha gustado. Me ha dado la sensación de que su poca bravura no ha superado los setenta kilos de más que soporta su trapío natural de toro terciado, lo que puede haber incidido en su falta de entrega. Lo que sí me agradaría es ver a estos santacolomas con la romana que admite su trapío natural.
He repasado esta líneas y creo que no convencerán a nadie. Hago afirmaciones sin argumentarlas. Pero la verdad, a estas alturas de mi vida no me apetece argumentar lo evidente.






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