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PLANETA TORO – 🇲🇽 LAS TRES CARABELAS

La Pinta , la Niña y la Santa María.

Una de las epopeyas más grandes del ser humano ha sido la travesía por un mar desconocido en búsqueda de la ruta a las Indias. La imaginación educada de un capitán de mar que, siguiendo el sol, sin saberlo dio forma a un mundo nuevo. A una cultura que tardó en fraguar 500 años y que continúa evolucionando gracias a 80 aventureros que se hicieron a la mar.

Cristóbal Colón y los hermanos Pinzón, entre otros, izaron velas en Palos en el año de 1492. Con el cielo como mapa y el viento como motor, con las estrellas como guía, cruzaron por primera vez el mar Atlántico. 

Loa estudiosos han encontrado que los Vikingos lo habían hecho antes, surcando los difíciles y bravos mares del norte, a bordo de embarcaciones poderosas, con la voluntad del hacer. Si fue cierto o no, lo real es que no tuvo trascendencia. Colón abrió la puerta a la creación de uno de los más grandes imperios de la historia y sin duda a la gestación de una gran cultura. La hispanoamericana. Credos y tradiciones se fueron amalgamando al paso del tiempo y las generaciones. Al transcurrir los años se fue haciendo imposible definir orígenes o propiedades en comida, lenguaje, vestido, arquitectura; suma de expresiones que hoy se traducen en tradiciones. Fue una fusión acrisolada en cinco siglos. Ninguno de los 80 valientes que cruzaron el mar infinito lo imaginaron.

Estos aventureros abordaron tres embarcaciones. Las tres carabelas de Colón es el nombre que aprendimos en primaria. Por la envergadura de cada una y el velamen de estas, hoy sabemos que eran una Nao, la Santa María, y dos carabelas, la Niña y la Pinta. 

Con sus capitanes al frente llegaron a las islas del caribe, y al grito de ¡tierra a la vista¡, pisaron tierra nueva, desconocida, distinta; abrieron la puerta del nuevo mundo.

Pues me parece que este año, el primero estable después de la crisis de movilidad que nos acosó durante los últimos dos, en el mundo de los toros han zarpado tres carabelas. Tres navíos que en otros tiempos hubieran sido barcazas de río en búsqueda de langostino, quisquilla y acamaya. Naves que tan solo recorrían ríos locales para el gusto de los parroquianos. A veces su pesca llegaba a las capitales donde se les degustaba como un exótico. 

Se han botado al mar una Nao y dos carabelas que en esta temporada abrirán nuevos puertos como no se había hecho nunca. Con fuerza, mando y constancia. 

Las veremos fondear en Madrid, Bilbao, Pamplona, Salamanca, Zaragoza. Puertos que solo eran con fuerza y mando para los Vikingos. 

Morante al frente de la Nao, con Aguado y Ortega comandando altivos las dos carabelas remontaran el mar del norte como nunca se había hecho. 

De Sevilla han zarpado el comandante y dos capitanes a romper el hielo.

Ya no a ser la corrida del pellizco. Ahora van a la conquista de los cinco mares con el sentimiento natural del sur. Con la cintura como eje. Con los ojos al cielo al terminar la tanda. Con el temple natural que da el navegar de río, espejo en el que no hay olas, y la barca suena armoniosa al trajinar.  Donde el sonido del rozar de la madera con el agua crea música. Y calma. 

El comandante y los dos capitanes han zarpado. 

Los Vikingos a medio océano observan. Ellos, grandes navegantes, dueños del mar, advertirán la presencia de la nao y las carabelas del sur. Buscarán su derecho en antiguos libros de guerra. Defenderán la aguas. Arcabuces y espadas estarán a la defensa.  

Solo que estas tres pequeñas embarcaciones no traen cañones. Ni remeros.  

Tan solo se sostienen en el flotar sin tocar el agua del mar que navegan. 

El canto está en la mar. Por primera vez en la historia, tres navegantes del sur, juntos, sin cante folclórico, sin el dejo de “a ver si”, van por el otro verde. El del norte. 

Venga comandante, avante capitanes, la mar es vuestra.

Carlos Castañeda Gómez del Campo

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