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EL TOREO – Vuelve el toreo de capa

Hay un punto de partida: Las Ventas, 2 de mayo de 1996. Y un protagonista, Joselito, que se encerró con seis toros. Ese día resucitó el toreo de capa.

Joselito dando una larga afarolada. Fotografía: Alberto Simón.

Hay un punto de partida: Las Ventas, 2 de mayo de 1996. Y un protagonista, Joselito, que se encerró con seis toros. Ese día resucitó el toreo de capa. Se acercaba el fin de siglo y se diría que José quiso hacer balance del repertorio que la tauromaquia había creado desde su fundación. Y volvieron suertes capoteras del XIX y las creadas más tarde en México. Tres años después, El Juli hacía en el campo 40 quites distintos para un reportaje de la revista 6Toros6. Y ya en este siglo, en el San Isidro de 2009, Morante de la Puebla basó la lidia apoteósica de un toro de Juan Pedro Domecq en su toreo de capa.

En las primeras décadas de este siglo, no solo los especialistas de la verónica –suerte fundamental del toreo con el capote-, sino todos los toreros, hacen quites con lances muy variados. Si no fuera por la contundencia demoledora que actualmente plantea la suerte de varas al toro, el número de puyazos promediaría los tres encuentros, la lidia habría restituido el toreo de capa al primer tercio y los matadores no tendrían que buscar un hueco para torear in extremis entre el de varas y las banderillas.

Hasta que no se reforme la suerte de varas, hoy desequilibrada en contra del toro, el toreo de capa no podrá explayarse al servicio de una lidia más brillante.

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