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El Torero

ACTUALIDAD –

Foros Plaza Uno/Alfredo Arévalo

Cumbre de Borja Jiménez con “Milhojas” en el gran homenaje 

​a Victorino Martín Andrés

La lidia tiene dos emociones: la dramática y la artística. La ganadería de la A coronada nos sirvió las dos. Para empezar, por separado. Los cuatro primeros toros, correosos, difíciles, con genio, no con bravura, provocaron auténtica emoción, la más dramática. Naturalmente, fue por culpa de los toreros, que apostaron mucho y con mérito, pues los “victorinos” no daban opciones. Destacó la faena de Paco Ureña al primero de la tarde. A base de aguante, o sea de jugársela, lo desengañó, consiguió que se entregase y le endilgó naturales y redondos de mucho mérito. Si llega matarlo bien, lo habrían premiado con la oreja. Le ovacionaron, Cicatero premio.

Segundo, tercero y cuarto fueron tres prendas, Pero fueron sinceros, lo cantaron de salida: a nosotros ni un pase, Es decir, “victorinos” en versión “alimaña”. Luego “victorinos” cabales, que cumplen lo que prometen, la emoción del genio. No los pudieron torear, pero fueron fieles a su divisa: las barbas del peligro subieron al tendido y el miedo no cesó hasta que les metieron la espada.

Pero con el quinto llegó la versión brava, la del “victorino” que se emplea con una fijeza en absoluto reñida con la emoción. Porque el quinto de la tarde no regaló una sola embestida,había que sacárselas con valor y maestría, con esa intuición de gran lidiador que ahora atesora Emilio de Justo. Muy pocos toreros habrían logrado imponerse a un toro tan bravo y correoso. Y lo mató de un volapié absolutamente   antológico. La oreja me supo a poco.

Y llegó la traca final. Un toro de vacas y un torero excepcional, en auténtico estado de gracia. La ecuación perfecta: la emoción dramática al rojo vivo y el arte de torear muy por encima de ese riesgo abismal que plantea la extrema bravura de un toro al que se picó como si fuera un cordero, Y cuando, ya con la muleta en la mano, lo pasó semigenuflexo por bajo, temimos lo peor. Porque “Milhijas” (si hubiera hecho honor a su nombre, Victorino tendría tres ganaderías) se comió al joven torero de Espartinas, Pero lo que no sabía el toro es que Borja había venido a jugarse la vida. Y le dijo a “Milhijas”, y nos dijo a todos, y se dijo a sí mismo: si no te sometes  así, voy a someterte por naturales y por redondos. Y te vas a entregar. Y dicho y hecho: ¡Qué naturales! ¡Qué derechazos! Largos, mandones, templados, ligados. ¡Y qué imaginación para salir de las suertes, trincherazos, molinetes invertidos, afarolados, pases de pecho forzados, Y luego, otra vez como empezó, semigenuflexo, muletazos largos y bajos, templadísimos, torerísimos, con el toro ya sí, entregado, ¡Y qué estoconazo, a matar o a morir! Y claro, las dos orejas. Y la vuelta al toro. Y el homenaje in memoriam a la altura del recordado ganadero. Y Borja y Victorino hijo a hombros por la Puerta Grande.  

Madrid acababa de consagrar una nueva figura del toreo.

¿Tan mal está la Fiesta?

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