Editorial
EDITORIAL – Ni de izquierdas ni de derechas, estúpidos
Ni de izquierdas ni de derechas, estúpidos
La tauromaquia es un juego ibérico muy antíguo. Pero nunca nadie lo motejó de tribal porque lo practicaban las primeras tribus peninsulares. Ni era un juego feudal durante la Edad Media, ni imperial durante el período austríaco, ni absolutista bajo el Antiguo Régimen, ni liberal o carlista en la España del siglo XIX, ni dictatorial o democrático en el XX. Y por eso, y hasta nuestros demenciales días, los habitantes de la Península, españoles y portugueses, han practicado la tauromaquia sin sospechar que pegar un pase a un toro era cosa de derechas o de izquierdas. A los franceses, que también jugaban al toro desde tiempo inmemorial y asumieron la corrida a la española en tiempos del segundo imperio, bajo el reinado de Napoleón III, tampoco se les ocurrió pensar que torear es un juego napoleónico.
Pero en España, donde el cretinismo histórico no tiene límites, cuando murió Franco cundió la peregrina idea de que como bajo la dictadura también se celebraban corridas, la tauromaquia era un juego franquista y, por tanto, de extrema derecha. ¿Quiénes compraron semejante estupidez al desahogado antitaurino, animalista, anglodisneyano, hispanopuritano, eurofranciscano que la inventó? Buena parte de la progresía zombiy tambiénel idiota transversal, los que creen que el ecologismo es perfumar a su mascota con Chanel nº 5 y las que se pintan las tetas de colorado en los sanfermines, los intelectuales que callan por miedo a la marejada digital y los políticos entregaditos al voto urbanita, los vegetarianos en estado de gracia y los prescriptores de voz dulcesexual, los separatistas que identifican la tauromaquia como una ajena aberración hispánica y los educadores que ocultan que vetones y vacceos, vascos y celtas, íberos y arévacos ya jugaban al toro por estos lares in illo tempore, los eruditos temerosos con las verdades incómodas y los anacrónicos regeneracionistas de este regenerado país. En fin, demasiados. Y demasiado a gusto con su buenismo para que un taurino escandalizado les oponga iinapelables argumentos contra sus aburridas creencias. No lo intenta el susodicho. Sabe que creer no cuesta y pensar inquieta. Además, ¿por qué no va a creer la gente progresista que la Fiesta es de derechas si la derecha política es su defensora? Pero la derecha no se equivoca al defender que la tauromaquia es un arte escénico fascinante y el sacrificio animal más digno e incruento cometido por el hombre. Y el taurino debe agradecérselo. Lo afirma y firma el que suscribe, un ciudadano que se suponía progresista y un aficionado a quien nunca se le pasó por la cabeza la estupidez de que la tauromaquia es de derechas ni de izquierdas.
José Carlos Arévalo
Postdata: A los progres antitaurinos les envío estas palabras de un poeta que no era de izquierdas ni de derechas, Federico García-Lorca, a quien mató la extrema derecha:
“El toreo es probablemente la riqueza poética y vital mayor de España, increíblemente desaprovechada por los escritores y artistas, debido principalmente a la falsa educación pedagógica que nos han dado y que hemos sido los hombres de mi generación los primeros en rechazar. Creo que la de los toros es la fiesta más culta que hay en el mundo. Es el drama puro, en el cual el español derrama sus mejores lágrimas y sus mejores bilis. Es el único a donde se va con la seguridad de ver la muerte rodeada de la más deslumbradora belleza”.