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LA COMUNICACIÓN – El diario El País y los toros

El País es el periódico más influyente de España y su posición ante la tauromaquia es la de informar muy poco y criticarla acerbamente. Así fue con su anterior cronista taurino, Joaquín Vidal y así lo es ahora con su sucesor, Antonio Lorca. Ninguno de los dos tenía y tiene la más remota idea de toros. Pero Vidal gozaba del prestigio que depara escribir con gracejo y a la par ser un censor insobornable al que, por tanto, se le supone conocimiento y honestidad a prueba de bala. 

Hizo mucho daño Vidal a la Fiesta. Desconcertó a los no muy aficionados y al público en general. Por ejemplo, en tiempos de Diego Puerta, Paco Camino y El Viti era partidario de El Monaguillo, El Calatraveño y Raúl Sánchez. Por ejemplo, en la década de los años 90, cuando a la deriva hacia el toro gordo, impuesta por los ultras del toreo, se sumaron cinco años de sequía que exigieron una nutrición descompensada que provocó en el toro múltiples caídas, el señor Vidal se inventó lo de la droga. Cuando Espartaco ilusionó a los públicos y “tiró del carro”, el día de su gran triunfo en Madrid tituló su crónica “Manda el sargento” y cuando Ojeda cambió el toreo y se consagró en Madrid, el título de su crónica fue el siguiente, “Esplá para los aficionados, Ojeda para la masa”.

Antonio Lorca no escribe con gracejo, pero su línea crítica es un calco de la Vidal. Afortunamente para los lectores de El País que son aficionados, su sección la han recluido en la edición digital, que se diferencia de la impresa en que la información no te la encuentras al hojearla sino que se debe buscar… y supongo que son pocos los que buscan al señor Lorca. Los masoquistas que lo persigan o los que están obligados, como un servidor, comprobaron que la semana pasada, cuando Roca Rey provocaba un terremoto en todo el orbe taurino, con epicentro en Bilbao, el contrariado crítico daba la noticia de que un cáncer corroe a la Fiesta: el afeitado. Acojonante noticia en estos tiempos de post pandemia, que se caracterizan por la lidia habitual de cinqueños pasados con más cuernos que el buey Apis. Y triste es el titular que dedica a la preocupante ausencia de público en Las Corridas Generales, pero que en su pluma suena más a satisfactorio que a lamentable.

Siempre vi en Vidal y en Lorca a dos infiltrados antitaurinos, espejo de aficionados ultras, en un periódico calladamente antitaurino.  Ambos, uno detrás de otro, se han beneficiado de eso que llaman “la importancia derivada”. Es decir, no la de ellos sino la del medio en que escriben. Pero los dos pasarán a la historia del periodismo taurino como dos moscas cojoneras.  

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