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LA EMPRESA – Ferias con argumento
Por José Carlos Arévalo
Programar una feria no es amontonar carteles. No es aceptable ni cuando anuncian buenos toreros. Cada torero importante tiene su momento, el toro con que al aficionado le gustaría verle torear, los toreros que por unas y otras razones, por competencia, por complementariedad, por contraste de estilos, realzan la intriga, incentivan el compromiso. Además, y gracias a la creatividad de algunos empresarios, las plazas de toros tienen, cada una, su propio argumento diferencial. Por ejemplo, la feria de Fallas creció y adquirió un nuevo sentido a medida que los valencianos se iban al mar y decaía la Feria de Julio. Entonces los Lozano programaron una feria de Fallas muy intensa, no tan larga como la actual, pero en la que se anunciaba la primera fila al completo. Y el aficionado captó la idea. En Fallas se tomaba el pulso al toreo, se evaluaba qué talante traían al nuevo año taurino los toreros más importantes del escalafón. Ese era el argumento de Fallas.
La Magdalena de Castellón siempre fue un ciclo opacado por Fallas. Pero Espinosa y Patón supieron crear tres carteles estelares que, cuando las dos ferias levantinas se solapaban, como sucede este año, te obligaban esos días a tomar el tren y trasladarte de la Albufera a La Plana. ¿Ocurrirá lo mismo este año?
En las tres últimas décadas, nació para el toreo la plaza de Olivenza. Una feria corta, en un pueblo con perfume manuelino, en la misma raya de Portugal, en una placita que es una maestranza en miniatura y en la que no caben todos los toreros. De modo que Cutiño consiguió para Olivenza algo similar a lo que Ordóñez impuso en Ronda: hay toreros de Ronda y toreros de Olivenza, y toreros que no son para Ronda ni para Olivenza. Y a Olivenza peregrinó la afición. Primero, la sevillana. Después, las de toda España. Y a la postre, la francesa. Olivenza, otra plaza con argumento.
Algo similar diseñaba Maximino Pérez en Brihuega, carteles del máximo lujo para abrir boca. Y la afición de Madrid se trasladó a la Alcarria para empezar el año taurino. Y con ese mismo criterio ha consolidado la pequeña gran feria de Illescas, la primera cita importante de la meseta… a la que le ha salido una hermana pequeña en Valdemorillo.
Y ahora, no hablamos de Madrid porque los carteles de Las Ventas no han salido a la calle. Y tampoco decimos una sola palabra de la Feria de Abril. Pero sí avanzamos que La Monumental de Las Ventas, la plaza más influeyente del mundo, y La Maestranza, templo fundacional de la lidia, han perfilado en los últimos tiempos sus nuevas señas de identidad. La madrileña como el coso internacional del toreo. La incidencia de la televisión ha sido determinante. Las aficiones de todo el mundo presencian, gracias a su cobertura global, la Feria de San Isidro al completo, que es seguida día tras día, y los toreros afirman su jerarquía no solo en España sino en toda América. José Antonio Chopera tomó buena nota y universalizó la programación de toreros a los dos lados del Atlántico. Y Simón Casas recogió el testigo y amplió el concepto en sus primeros años de gestión. ¿Seguirá Plaza 1 siendo fiel a la nueva identidad de la plaza de Madrid? Pronto lo sabremos. Aunque hemos de reconocer que no fue un empresario, sino un torero, quien marcó el nuevo rumbo de la plaza, el año 91, el maestro César Rincón, en plena era de la familia Lozano.
En cuanto a la plaza de Sevilla, su misión ha sido, desde hace tiempo, la de ser el fiel que mide la calidad de los toreros. Su afición así lo expresa una feria tras otra. No marca, como Madrid, el caché de los toreros. Pero “entrar” en Sevilla es aprobar el “master” en tauromaquia que no todas las figuras del toreo aprueban. Tardó unas cuantas temporadaas en lograrlo Rincón, con un toro de Torrestrella. Y ahora lo ha conseguido Roca Rey, por designio de la afición… a pesar de los guardianes del oficialismo. Parece ser que la Casa Pagés así lo ha entendido, como lo demuestra el cartel del Domingo de Resurrección. Veremos qué pasa en la Feria.
¿Cumplen las empresas con las señas de identidad que las respectivas aficiones han asignado a sus plazas? Que el aficionado juzgue los carteles ya hechos públicos. Los de Sevilla y Madrid toadavía no se publicado y, por tanto, no están vistos para sentencia.
Finalmente, una pregunta: ¿Están las empresas a la altura de sus plazas?