El análisis de una obra de arte disecciona sus claves estéticas, pero no descubre su esencia: el resplandor de un lance, la impronta de un torero.
Si hablamos de buenos toreros, nunca hubo tantos al mismo tiempo. Ni tan infravalorados por la afición, ni tan desconocidos por los públicos.
Las empresas taurinas tienen los pies de barro. Gestionan una plaza por dos años, o tres, o cuatro. Y a la calle. Esta congénita provisionalidad les...
El fútbol se salva del coronavirus porque no vive de la taquilla sino de los derechos de imagen. Las corridas sufren porque viven exclusivamente de la...
Hay un torismo primario que confunde el trapío con el volumen. Un toro puede ser grande y tener mal trapío. Un toro puede ser terciado y...
El toreo es una historia del arte. Lo es desde que el juego con el toro dejó de ser una artesanía y se hizo arte. Sucedió...
Antes, lo he comprobado a largo de mi vida de aficionado, se toreaba (se entiende que torear es hacer las suertes con brillantez) o se lidiaba...
Una noche de hace cuarenta años. En el restaurante “La Mezquita”, oasis de los toreros que suben y bajan Despeñaperros para torear en las plazas del...
Cuando vi a Ginés Marín en Olivenza era un novillero incipiente y asombroso. Le brotaba el toreo, las suertes le salían como por encanto. Perfectas, torerísimas.
La lidia ofrece tres tercios. Y los tres tienen el derecho –y la obligación- de ser brillantes.