Soberbio natural ayudado de Ángel Tellez
Por Carlos Castañeda Gómez del Campo.
Las letras de Octavio Paz así tituladas versan:
Entre lo que veo y digo,
Entre lo que digo y callo,
Entre lo que callo y sueño,
Entre lo que sueño y olvido
La poesía.
Se desliza entre el sí y el no:
dice
lo que callo,
calla
lo que digo,
sueña
lo que olvido.
No es un decir:
es un hacer.
Es un hacer
que es un decir.
La poesía
se dice y se oye:
es real.
Y apenas digo
es real,
se disipa.
¿Así es más real?
Idea palpable,
Palabra
Impalpable:
La poesía
Va y viene
Entre lo que es
Y lo que no es.
Teje reflejos
Y los desteje.
La poesía
Siembra ojos en las páginas
Siembra palabras en los ojos.
Los ojos hablan
Las palabras miran,
Las miradas piensan.
Oír
Los pensamientos,
ver
lo que decimos tocar
el cuerpo
de la idea-
Los ojos
se cierran
Las palabras se abren.
Decir, hacer, dos verbos complejos. En alcance y significado. Profundos y a la vez simples. El toreo es poesía, Paz lo describe a la perfección.
En la plaza de toros, en el ruedo, entre toro y torero hay un hacer y un decir que vive y se disipa, pero deja páginas en los ojos, esos que hablan, miran y piensan.
No sé si a Octavio Paz alguna vez le interesó la fiesta de los toros, pero gracias, señor, por tan exacta descripción.
En el ruedo se hace y se dice con valor y sinceridad. Con la naturalidad de dos pies hundidos en la arena y una cintura girando rítmicamente. Reduciendo el espacio, recogiendo el movimiento, trazando larga y despaciosamente el embestir del toro.
En cada muletazo se hace y se dice poesía, se pausa al decir, se sueña al hacer.
Hoy Ángel Téllez hizo y dijo. Construyó una tarde sobre la sencillez del toreo natural.
A mí me recordó el 26 de mayo de 1986*. Mucho.
Ahora torero a cerrar los ojos y ligar las palabras.
A hacer y a decir.
* El 26 de mayo de 1986 confirmó la alternativa José Miguel Arroyo “Joselito”.