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PAMPLONA – Cien años después, Roca Rey

Video twitter Tauromaquias_es/ Fotos Roca Rey-Teseo Comunicación.

Cien años después, Roca Rey

Lo bueno de Pamplona es que al protocolo lo desborda la naturalidad de la fiesta. La plaza de toros cumplía cien años y parecía una jovencita. Claro que había muchos jóvenes, casi todos festejantes, algunos eran espectadores que veían la corrida a trozos, y casi ninguno, aficionado, porque no veían nada. 

¿Nada? Creo que me equivoco. A Roca Rey lo vieron todos. La sombra, que está poblada de buenos aficionados. Y el pueblo ardiente del sol, que puso la plaza al rojo vivo. O sea, que el joven peruano prendió la mecha. De rodillas en la boca de riego le pegó no se cuantos pases cambiados por la espalda a todo un señor toro armado con dos astifinos pitones. A los buenos aficionados estas cosas no les gustan. Se equivocan. El toreo nunca ha estado reñido con el valor, siempre se ha identificado con la entrega, y jamás se despreció el aguante. Pero es que, después, Andrés ha hecho el toreo fundamental con verdad, trazo largo, mano baja, embraguetado a la embestida y al totalmente al ralentí, y finalmente ha matado al volapié, en corto y por derecho, sin la mejor rectificación en su línea de ataque. Cuando en Pamplona la sombra se pone en pie, y el sol deja de hacer el gilipollas y se mete en la faena, es que algo muy serio ha pasado. Roca Rey, con talante de primera figura del toreo, ha cortado tres orejas en la corrida del centenario de la plaza. Esto es lo más contundente que ha sucedido el día de San Fermín. Lo demás ha sido toreo en tono menor. No por culpa de los toreros, sino porque a la buena corrida de Núñez del Cuvillo le ha sobrado nobleza y le ha faltado viveza, lo mismo que al torancón de El Capea para Pablo Hermoso de Mendoza, enorme pero un poco nenaza. Es decir, que Pablo estuvo enorme, pero falto de enemigo; que Morante estuvo muy por encima de dos toros enclasados pero esaboríos, a los que dio los mejores muletazos de la tarde; y que El Juli derrochó soltura y sabiduría con los dos toros peores de la tarde.

Nota al margen: Morante iba vestido con el traje más feo que he visto en mi vida.

José Carlos Arévalo

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