EntreToros
BILBAO – El problema de las faenas largas
Por José Carlos Arevalo
El problema de las faenas largas es que plantean muchos problemas. El primero es que, por lo general, aburren al santo Job. El segundo es que si los dos primeros tercios suelen ser de trámite, sin mucho interés artístico y además la faena de muleta es corta, pues apaga y vámonos. Y el tercero es que el noventa por ciento de las faenas largas son injustificadamente largas.
Por ejemplo, la primera faena de Miguel Ángel Perera al bravísimo toro de Garcigrande fue larga porque el maestro no escuchaba los oles y ovaciones que presagian las orejas y por la tanto, seguía dale que te dale. Y cuando los pases son buenos pero se repiten y se repiten, pues son pases repetidos, luego devaluados. No entiendo cómo un torero veterano como Perera amontonó pases buenos como vacíos de mensaje. Un torero como él debería haber dicho, si no os gusta yo tiro por la calle de en medio, pido la espada y me voy al hotel. Y si hay bronca, otro día será.
Mejor lo tuvo Ginés Marín, aunque no toreó mejor que Perera al primero de la tarde, llegó a los tendidos porque supo impregnar a su entrega y a su oficio de una atractiva actitud torera. Y el toreo, además de torear, es una actitud ante el peligro. Y esa parte sincera, pero actoral, Marín la interpretó con la misma maestría que toreaba. Matías, el presidente de la corrida, en un toro le dio la oreja y en el otro no. Él sabrá por qué, pues se la mereció o no se la mereció en los dos.
Me encanta como torea Ángel Tellez. Me encantó su faena al insoportable manso corrido en tercer lugar. En tiempos de buena afición la gente hubiera disfrutado de verdad, ahora la faena del debutante cayó simpática. Con el sexto, que fue mejor toro, aunque también manso, me gustó menos. Preponderó el honesto empeño sobre la verdadera capacidad de meter en la canasta al toro para torearle bien de verdad.
A Justo Hernández, el ganadero de la tarde, le felicito porque lidió dos toros muy buenos, el primero y el segundo. Le felicito también porque cría toros con mucho fondo para faenas largas que están de moda. Y le confieso mi hartazgo ante tanto toro tan cornalón, tan grande, tan viejo… suelen aburrir a las ovejas. Incluso los suyos.
Lo peor de la tarde, el vacío de público. Y lo que es todavía peor: los que se quedaron en casa tenían razón.