por José Carlos Arévalo
La romana: cuatro novillos con más de 500 kilos y dos novillos con cerca de 500 kilos. La edad: cinco a punto de ser cuatreños y uno que casi casi. Un despropósito. Las novilladas son novilladas y no corridas de toros. No opinó así la afición de Las Ventas, que aplaudió a los más grandes de salida, y a casi todos en el arrastre. Extraña afición. Algunos picadores hicieron bien la suerte, pero los pitaron a todos y eso que montaron caballos más finos de lo habitual, por lo que los toros-novillos lucieron su fuerza más que su bravura. Detalle: A los caballos siempre los aplauden cuando se levantan de un derribo. No sé por qué, nunca agradecen las palmas.
Los novilleros: Eran Valentín Hoyos, Nek Romero (el apellido, torero; el nombre, no) y Alejandro Chicharro. Este toreó después de haber recibido una cornada de 15 centímetros el día anterior. Le aplaudieron tras romperse el paseo. Por supuesto, el novillero tiene mérito, pero a este paso la gente va a considerar una cornada como el arañazo de un gatito.
Los tres espadas mostraron valor, pero no supieron resolver. Los novillos de Fuente Ymbro fueron nobles, como casi todos los toros de hoy, pero exigían que se les puliera la embestida, que se les acoplara, en definitiva que se les toreara. Ninguno de los tres lo hizo. Eso sí, dieron muchos pases, amontonaron series de muletazos en faenas alborotadas, sin estructura… y aburrieron a las ovejas.
A estas alturas de la reseña queda bien claro que quien lasescribe es un mal bicho. Para arreglarlo un poquillo concederé que salvo a Nek Romero y que me gustaría verle con una buena novillada. Pero hecha la concesión, vuelvo a las andadas:
La empresa: la plaza aforó tres cuartos y la empresa estará encantada. Florito, su veedor, no habrá salido del éxtasis. Pero Simón Casas, ¿qué pinta en este engendro?