EntreToros
ACTUALIDAD – Fue, pero no lo que pudo ser
por José Carlos Arévalo
Porque los toros de Daniel Ruiz llevaban dentro la bravura total. Mas por fuera conspiraba la blandura total. Los malpensados podrían argüir que se había preparado una corrida supercómoda para toreros mimados. Pero la verdad es más sencilla.Eran toros de invierno que habían empleado todas sus reservas en defenderse del frio. Ni se les picó, ni apenas se los pudo hacer el toreo auténtico. ¿Nada que reprochar? Si. Porque se puede “poner” una corrida para lidiarla en estas fechas. En resumen, magnífica selección, mal manejo. Las cosas como son.
¿Qué se vio, entonces, en el ruedo de Illescas? Destreza a raudales de los tres espadas, que acoplaron, templaron, torearon a los seis toros, menos al quinto que fue sustituido por otro de la misma ganadería. ¿Qué no se vio en el ruedo de Illescas? La verdadero emoción del toreo. Aunque a ratos emergió el arte de torear que tapa todas las carencias. Por ejemplo, la faena de Manzanares al cuarto de la tarde. Alcanzó cimas de milagro. Consiguió que el toro terminara por aceptar un toreo muy caro, de empaque majestuoso, de trazo sublime y tan cabal que resultó difícil explicarse cómo un toro tan feble pudo admitir un toreo de trazo tan cabal y tan puro. Uno solo de sus naturales habría demolido al bravo más encastado: el temple, la caricia y el castigo en los vuelos de la muleta. Fue una cumbre del toreo y cada natural merecedor de las dos orejas que le concedieron. Las cosas como son.
Pero hubo más. Porque Roca Rey es un portento. No hay toro que se le resista. Ni el duro ni el blando, ni el avisado ni el noble son capaces de negarle el triunfo. A todos los cuaja. Su toreo fundamental es oro de ley, digan lo que digan los aficionados finos. Su toreo cambiado, con la capa y con la muleta, es inverosimil. Sus estocadas, en corto y por derecho, clamorosas. Como decía Luis Miguel, tiene hombros de protagonista, todas las miradas confluyen en él. Cuando cita al toro, el silencio es sepulcral. Cuando torea, un estallido que se resuelve en paladeo. Y como a todas las grandes figuras, unos aficionados le siguen y otros le niegan. Pero el pueblo llano, que es el más sabio, está de su parte. La cosas como son.
Cuando El Guerra dijo que “lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible”, dijo una verdad como un templo. Y Talavante lo certificó con creces. Un inválido no puede bailar la jota, ni correr un maratón. Y si es un toro no puede embestir aunque quiera. La santa gente le dio una oreja de consolación. Las cosas como son.
El público, que puso el “No Hay Billetes”, salió feliz de la plaza. El aficionado, con un poso agridulce. Bravura e invalidez son una pareja imposible. Las cosas como son.