Talavante se topa con la realidad (televisiva)
A Talavante no le gusta la tele. Y tiene sus razones, que son las de muchos toreros. De tanto televisarse, se “queman”. Porque los públicos se saben de memoria su repertorio: cuando van a hacer una suerte o cuando van a adornarse con un desplante. El factor sorpresa del que se beneficiaban los antiguos toreros (cuando no había tele y las carreteras eran pocas e intransitables) ya no suma porque en la tele las sorpresas son mínimas. Aunque, menos cuento, el buen toreo siempre sorprende. Por ejemplo, a su colega Morante no le ha quemado en absoluto. Y, por lo demás, a Talavante tampoco. ¿Qué sería de su faena al de Núñez del Cuvillo, en Zaragoza, si solo la hubieran los que estaban en la plaza? Por lo demás, las plazas aforan poco, las recaudaciones son limitadas, y la Fiesta no debe encerrarse en sí misma. Tiene que salir del gueto y volver a estar con la gente, no solo con los aficionados.