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CASTELLÓN – Feria de La Magdalena

Fotos: Manolo Navarro / Prensa Plaza de Toros de Castellón

Toros medio qué

Nobles, sin vigor. Locunos, sin malicia. Incómodos, sin peligro. Todos metían bien la cara en el embroque, ninguno terminaba la embestida. O se arrepentían o derrotaban. Su imperfecta indolencia no invitaba a torearlos. Pero los toreros eran buenos toreros –valor, maestría, arte- y también buenos profesionales –voluntad injustificada, recursos para que lo normalito parezca excelente- y los aficionados –ir a los toros con ese tiempo es de ser aficionados- para quitarse el sombrero. 

De modo que vimos cosas. A un Morante sobrado y artista, que ve toro en todas partes. A un Pablo Aguado que también le da fiesta al esaborío y está torero con el mentiroso. Y a un Emilio de Justo valiente y mandón con un toro alocado y saltarín y otro que era un alma en pena. Pero bueno, ¿qué cosas hicieron? Con los “juampedros” de esta tarde, las cosas se transforman en cositas. No todas, claro. Aguado hizo un principio de faena a l tercero de la tarde, inspirado, torerísimo. Además, eso de que torea a media altura y acompaña es un tópico, baja la mano y torea de verdad. De Justo estuvo valentísimo con dos toros díscolos e indolentes. Y Morante toreó por morantianas, con eso está dicho todo. Pero todo se queda a medias con esos toros medio qué. (¡qué miedo me da Sevilla!).

Conjunción en el embroque
Oreja con vuelta a la normalidad
En su segundo roto con la capa
Acompañando al de Juan Pedro
Emilio de Justo imponiendo su mando
Pureza, asentamiento y cintura de Aguado con el capote
Colosal comienzo de faena hundiendo el mentón
Desmayo al natural
Doblón con profundidad y mando
Aguado deja la sensación de que ha aprovechado el invierno

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