El Ojo Crítico
EL OJO CRÍTICO – Reprogramar la Fiesta (1)
por José Carlos Arévalo
Descartada provisionalmente la Plaza México, por orden judicial, Las Ventas es la única plaza de temporada que hay en el mundo. Sevilla podría serlo, pero desde hace décadas es una plaza en estado de subexplotación. Durante todo el siglo pasado, la Monumental de Barcelona (aflojó mucho en sus últimos treinta años) fue la plaza de temporada más potente del planeta de los toros. Y junto a ellas, hace más de cincuenta años, eran plazas de semitemporada Bilbao, Valencia y Zaragoza.
¿Qué ha pasado? Solo una cosa: el ocio ha cambiado y la programación taurina ha permanecido tan inalterable que ha quedado obsoleta. A veces, el genio de un empresario, don Livinio, se anticipa y se inventa una feria, la de San Isidro, que compense las desbandada ciudadana los fines de semana, cuando la gente empezó a tener coche. A veces, hay suerte, como en Valencia, que tiene dos ferias, y cuando la gente optó por la playa se redujo la de julio y se amplió la de marzo. En Bilbao no atinaron, pues los bilbainos, como cualquier cristiano, en agosto se va de casa, pero no se atrevieron a retrasar o adelantar Las Corridas Generales y así les va.
En Madrid el asunto es más grave. Porque en la ciudad se quedan dos millones de personas lo fines de semana y a la ciudad acuden uno y medio de visitantes, más un entorno de localidades muy pobladas y taurinísimas.. Si se tiene en cuenta que Las Ventas afora algo más de 23 mil espectadores, los vergonzantes “vacios” que exhibe solo pueden achacarse a una pésima oferta semanal.
Pero hacer las cosas bien en Madrid es harto difícil, tiene que superar dos barreras insuperables y disuasorias: La primera, el toro, un toro para jugársela y luchar a cara o cruz, si procede, y en raras ocasiones, para torear.. Y la segunda, el torero, un torero que solo acepta venir a San Isidro y, algo menos, a Otoño porque necesita conservar o subir su caché. Y ni un pitón más. Cuando el Guerra dijo, “en Madrid que atoree San Isidro”, por algo sería.
Nuevas recetas de programación, haberlas haylas. De momento, desconcierta que la buena marcha ascendente que llevaba la plaza fuera de ferias antes de la pandemia haya sido sustituida por la cutrez programadora de este año. Se conoce que descubrir el negocio discotequero ha hecho olvidar el taurino.
Bromas aparte, y reconociendo que las ferias han sido, son y serán el gran anclaje de la programación taurina, hay otra manera más ilusionante y positiva de programar la fiesta de los toros. Este año me ha llamado la atención cómo ha programado sus ferias la Casa Matilla.
Continuará