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El Toro

EL TORO – Luto en “La Capitana”: ha muerto “Pastuno”.

Toro de Luis Algarra "Pastuno", nº35, al que se le perdono la vida sin suerte. Foto J.J. Diago

Luto en “La Capitana”: ha muerto “Pastuno”.

La bravura es un misterio genético. Y la misión casi imposible del ganadero consiste en perseguirlo hasta acertar en una diana oculta entre millones de genes para que los que acentúan dicho misterio se unan en un solo individuo. Ese milagro produjo la bravura del toro “Pastuno”, de Luis Algarra, con siete años de edad, de pinta castaña, 530 kilos y bien armado. Lo toreó el novillero francés Carlos Olsina en la finca “La Capitana”, de Almadén de la Plata (Sevilla). Fue bravísimo, un paradigma del toro de lidia. Pronto, alegre y elegante en la embestida, se empleó con codicia irresistible en el caballo. Lo empujó hasta atravesar el ruedo de parte a parte. Y en la muleta, la fijeza se unió a la casta, la casta al temple, la clase a la codicia y la entrega a la duración. Le perdonaron la vida. Y regresó a su cercado. 

Pero a los dos días murió. Lo presintió el mayoral, uno de los puyazos era muy hondo y tuvo que meter todo su brazo para intentar curarle. Dos días después lo encontraron muerto, cobijado bajo una encina. Lamentable. ¿Cómo habrían embestido sus hijos cuatreños si él, con siete años, desplegó una bravura interminable? Ha llegado la hora de clausurar la actual puya de picar. El binomio caballo de excesivos kilos y el empuje bravo del toro de nuestro tiempo sumado a la agresión carnicera de la puya de pirámide triangular, asentada según los diferentes reglamentos en un tope troncocónico de base circular, primero provoca una amplia herida en la piel, que por debajo se extiende como un abanico, facilitando la penetración incontrolable del hierro hasta llegar a afectar órganos vitales, dejándolo herido de muerte (la puya más grande de los años 30 era menos ofensiva  porque el caballo era más chico y el picador se defendía más y el castigo tenía menos opción). Al toro actual lo destrozan unas veces de inmediato, como el de Cuvillo lidiado por Enrique Ponce en Leganés (Madrid) el año pasado, que se echó gravemente herido al comienzo de la faena de muleta, otras lo paran definitivamente, como al bravísimo “Zahareño”, de Santiago Domecq, lidiado en 2019 en Las Ventas (Madrid), después de una movilidad deslumbrante en los dos primeros tercios. O como tantos y tantos toros, a los que no se analiza post mortem en los desolladeros, por lo que ni profesionales ni autoridades de la corrida han tomado conciencia de la cantidad de toros bravos desaprovechados para el toreo por culpa, repito, de un útil obsoleto. Pero no se puede decir que a “Pastuno” lo matara el picador. Lo mató una puya que ya no es apta para picar el toro bravo de hoy. Por fortuna, la pandemia ha servido para la reflexión taurina de toreros, ganaderos, autoridades de la corrida y aficionados. Y algunos investigadores y fabricantes no han perdido el tiempo. Lo han empleado en el estudio del toro de lidia y en crear y diseñar unos nuevos útiles innovados, probados y aprobados en cerca de 300 toros, entre España y México. Y lo han hecho por cuenta propia, con fuertes inversiones en tecnología y sin la menor ayuda institucional.

Mas dejemos las quejas de lado. Vayamos a los hechos. Unas semanas antes de la triste historia del bravo “Pastuno”, se lidió en la finca “Zahariche” de Lora del Rio (Sevilla), un extraordinario toro de Miura que fue magníficamente picado por Pedro Iturralde y muy bien toreado por el diestro Esaú Fernández, quien le propinó 70 muletazos: el bravo “Machadito”, nº 33, negro, de siete años y más de 600 kilos. Tomó tres varas en tres encuentros con la puya innovada cuadrangular, gracias a los cuales quedó atemperado con solvencia y en ocho días estaba sano y salvo, listo para padrear.

Toro de Miura“Machadito”, nº 33. Ocho días mas tarde de ser lidiado e indultado en «Zahariche»

La suerte de varas reúne hoy buenas condiciones para una veraz puesta al día: buenas cuadras de caballos bien domados, buenos picadores veteranos y jóvenes, toros que acuden con generalizada fijeza al caballo. Y para que recupere el equilibrio que antaño la prestigiaba, para que la lidia no se base en la brillantez de un solo tercio, es preciso aprovechar a un nuevo actor de la Fiesta: la ciencia que ha prestado su conocimiento fisiológico y biodinámico del toro de lidia a la tecnología, autora de los nuevos útiles del toreo.

Manolo Sales, matador de toros e inventor de las banderillas retráctiles y colgantes, comentaba tras la muerte del toro “Pastuno”: “Hace años sufría en carne propia los palotazos que perturbaban las faenas, las heridas oculares y en la garganta que retiraron a varios toreros, como ahora lamento tanto toro inútilmente desaprovechado”. Y en “La Capitana”, la ganadera Aurora Algarra, su hija Marta y el resto de la familia están de luto. Cuando el veterinario Julio Fernández acudió a la finca, nada pudo hacer, pues no llegó a tiempo de verlo vivo. Las ganaderas han perdido un semental paradigmático. Quizás les consuele que su reata sigue viva. 

Pero los tiempos han cambiado. Ante el cerco agresivo que se cierne sobre la Fiesta, el ganadero de lidia se sabe guardián de un patrimonio genético ibérico exclusivo, diferente e irremplazable, que enriquece la biodiversidad del bovino mundial, el torero ha roto para bien los moldes de su estar en la Fiesta y entre los aficionados cunde el respeto a la tauromaquia, arte escénico de una potencia sin parangón. Al ataque explícito de unos y al astuto cerco de silencio de otros se les ha de combatir de muchas maneras. Pero la más eficaz es la que los toreros están dando en los ruedos, los ganaderos en el campo y los públicos con su demostrada adhesión, A la par, la investigación científica veterinaria española sobre el toro bravo y el aprovechamiento de las posibilidades que brinda la tecnología, han puesto al día una amplia gama de útiles de la lidia, entre ellos una puya innovada cuadrangular que pudo evitar el triste fin de “Pastuno”. El útil, o el avío, o el trebejo, como quiera llamárselo, es al toreo lo que el instrumento musical es a la música: la prótesis de la maestría y la prolongación del sentimiento creativo. Y los nuevos útiles, rudimentarios en su esencia y eficaces por su diseño innovado, suenan mejor, con ellos se torea mejor. Las pruebas llevadas a cabo son inapelables.

La muerte del toro “Pastuno” anega hoy de tristeza la casa de los Algarra. Pero su inolvidable bravura debe ser la enseña del cambio. 

«Pastuno» de Luis algarra demostró su excelente bravura

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