Cultura
ENTRELETRAS Y TOROS – Las tauromaquias de Abenamar: Toreros inventores
Juan Belmonte, torero inaugural del toreo en una época adánica. Freud descubría el hombre interior, Einstein, las leyes del universo infinito, Planck, las antileyes del nanouniverso, Cajal, la bioquímica de los comportamientos, los vanguardistas, el arte a partir de cero. Y el belmontismo abolió la geometría lógica del toreo y toreó dentro del toro.
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La revolución es el punto final de la evolución. Fernando Gómez “El Gallo” inventó el toreo ligado en redondo. Muy lejos, en la Plaza Colón de la ciudad de México. Y aquí no se enteró nadie. Sus hijos, Rafael y José, sí lo supieron. Ambos intentaron imponerlo. Pero fue un paisano, Manuel Jiménez “Chicuelo”, quien lo consumó. Años más tarde, cuando Belmonte había transformado el derrote defensivo en embestida ofensiva.
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Pepe Ortíz fue un coreógrafo del toreo. Se movía lejos del toro, a compás del toro, cuando el toro iba y venía imantado por las suertes. Y se paraba cuando el toro entraba en jurisdicción, quietos los pies y aéreos los brazos que dibujaban el lance. Contrapunto de quietud y movimiento, descubrió el “quite de oro” a la Real Maestranza de Granada. Nadie lo volvió a ver hasta que Antonio Ferrera lo resucitó en la plaza de Las Ventas noventa años después.
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Cuando el toro se desliza con fijeza fluye la inspiración del torero. Así, para torear una embestida interminable, Manolo Granero inventó el pase de la firma. Y así, para acariciar una embestida templada, Manuel Jiménez “Chicuelo” inventó la verónica al delantal. Y así, para rematar una embestida codiciosa, Rafael Gómez “El Gallo” inventó la ligazón del natural con el pase de pecho cambiándose la muleta por la espalda.
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Chicuelo extrajo de la bravura la embestida en espiral, toreando en línea y fajado. Manolete, en línea y muy fajado, segmentó la espiral en series. Ojeda, cruzado y fajado, fundió las series en una sola espiral inverosimil, que gira sobre sí misma. Y entonces, el toreo euclidiano se hizo cuántico. Esta es la historia del toreo ligado en redondo, consumada cuando el sanlqueño fundió a José y Juan, y ligó el toreo en espiral por los dos pitones.
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El Juli es el torero más completo de la historia. Gallista y largo de repertorio en el primer tramo de su carrera. Belmontino, profundo y hundido en las suertes, en el segundo tramo de su carrera. Y juliano en su tramo final, cuando aunó las tres virtudes capitales del toreo, la maestría invisible, la profunda verdad y el temple cadencioso.