Apoteosis de la aberración
Reseñar seis toros con arboladura de ciervo es aberrante. Ver a un muy buen torero como Morenito de Aranda acartelado con estos toros es aberrante. Confirmar la alternativa, como Damián Castaño, sin la menor opción de dar un pase, es aberrante. Relegar a un maestro como Fernando Robleño a matar semejante ganado es aberrante. Programar esta corrida en la Feria más influyente del toreo y difundir su basura por televisión es aberrante. Comprobar el respeto con que el público vio la lidia de los cinco “samueles” no es aberrante, es para morirse de risa.
¿Qué fue de los “samueles”, el hato más brillante, la bravura más enclasada, las hechuras más armónicas de Gamero-Cívico? Recuerdo aquel “samuel” bajo, hondo, chato de cara, con pitones acodados, de viga casi recta y no muy larga , con los ojos frontales y la expresión de bravo. Recuerdo sus embestidas fijas, templadas, largas y en redondo. Y recuerdo que lo toreaban las figuras del toreo. ¿Dónde han ido a parar aquellos “samueles”? A lo mejor vas al campo y los ves, seguramente son los que ya no sirven… para Madrid.
El espectáculo que dieron ayer en Madrid fue lamentable. ¿”Samueles”? No, un mastodóntico fin de raza. El único toro que parecía un toro de lidia, aunque “galafatón” y de poco juego, fue el sobrero de José Cruz. Así que no escribo ni una palabra más.
José Carlos Arévalo