FERIA DE SAN ISIDRO – Cornalones, mansos y vendaval

Cornalones, mansos y vendaval

Como el viento es invisible, no se puede suspender una corrida por lo que no se ve. Digo yo. Pero los soplidos del dios Eolo eran oceánicos. Y se dio la corrida como manda la más absoluta sinrazón. Fue un desperdicio ver a dos toreros tan buenos como Daniel Luque y José Garrido, y también, por qué no, al toricantano portugués llamado Juanito, luchar contra el vendaval sin la menor opción de torear. Digo esto porque, a pesar de la ilidiable mansedumbre de la corrida de Valdefresno, estoy seguro de que Luque y Garrido, y por qué no, Juanito, habrían triunfado sin el acoso de la galerna. 

Como es ridículo comentar los avatares climáticos sufridos en Las Ventas –para mi es como si los tres espadas no hubieran toreado- paso a comentar lo que, como aficionado, me parece una intolerable tomadura de pelo: reseñar al toro que tenga los cuernos más largos y la edad casi no apta para la lidia es una estupidez en la que solo incurre la primera plaza, eso dicen, del mundo. 

Y yo, que suelo ser un tipo correcto, poco dado a las malas formas y a la suspicacia, me pregunto: ¿Cuánto vale un toro a punto de cumplir esos 6 años edad que le impiden ser lidiado? Y yo, que soy un ingenuo incorregible, que siempre cree en la buena fe, me pregunto: ¿Qué siente el señor Florito por los toreros acartelados cuando sabé cómo vienen los morlacos por él reseñados? ¿Y qué sienten, con qué beata satisfacción los aprueban los veterinarios de plaza? ¿Y con qué satisfecha tranquilidad se sientan en el palco los presidentes de Las Ventas, esos señores que cuando la plaza entera pide la oreja creen que les están robando la cartera? Siempre pensé que la plaza de Madrid era la más difícil del mundo. ¿La primera? No sé, no sé. Pero a lo que me niego, como madrileño, es a que sea la más antipática.

Menos mal que la Fiesta es invencible. Y Las Ventas, también. Con tanto cerrilismo a troche y moche y ahí están, vivas y coleando.      

José Carlos Arévalo.