Importante corrida de Santiago Domecq
Santiago Domecq abre caminos al toro de nuestro tiempo. La nobleza no puede ser pastueña, porque es un latazo. El toro del presente, todos los toros, hasta los de mal juego son bravos porque siempre embisten a lo que les llama, sin temor, sin la menor reserva. Es decir, son valientes. Y el valor es la bravura del toro. Pero esa fijeza, servida por una ingenua indolencia, o por la falta de fuerza, aburre a las ovejas, solo resulta satisfactoria cuando la torea un superclase.
Los toros de don Santiago van por otra vereda. Son fuertes, tienen vivacidad, dan emoción a la lidia, una emoción que compensa el toreo mediocre, asustan por su trapío y su temperamento, pero son nobles, siempre responden al cite de los engaños, no se quieren comer a nadie. Y cuando salen bravos, como el tercero de la tarde de hoy, avivan el toreo y les chorrea la clase. Y cuando salen bravos y encastados, como el cuarto de la tarde de hoy, ponen la plaza al rojo y al toreo, muy caro.
No sé si la ganadería de Santiago Domecq se puede considerar un encaste propio, pero sus toros no se parecen al toro de ninguna ganadería. Hoy, en la corrida que ha lidiado en Sevilla –nada sevillana, por cierto- ha habido tres de alta nota –3º,4º y 6º- y tres duros de pelar –1º,2º y 5º-, de baja nota. Aunque no sé, no sé, si yo fuera un aficionado torista diría que los tres malos fueron interesantes. Pero me quedo con la frase del ganadero mexicano Chacho Vázquez cuando veía toros como estos: “Acostumbrado a lo bravo, lo interesante me hastía”.