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LA COMUNICACIÓN – Acabó San Isidro; la mejor feria del mundo, a pesar de todo…
Sólo haber descubierto a los nuevos valores: Rufo, Téllez y al novillero Alarcón (los tres toledanos) ha merecido la pena esta larga feria, que si no existiera habría que inventarla.
Pero hubo mucho más, a pesar de los derrotistas de siempre. Lo de Morante, o lo de un Juli en sazón, sin olvidar al figurón de Roca Rey; la continuidad triunfante de la saga Hermoso de Mendoza con Guillermo; la heroicidad de un Rafaelillo que parecía desaparecido; la brillante actuación sin espada de mi paisano Sergio Serrano ante uno de los mejores victorinos que han desfilado por Las Ventas. Y subalternos de lujo como Oscar Bernal a caballo, y José Chacón y Fernando Sánchez en brega y rehiletes respectivamente. Y mucho más.
En toros se han visto ejemplares importantes, a pesar de que Las Ventas sigue “acogiendo” a los animales más grandes y con más pitones de todas las dehesas del universo taurino. Y los más descastados y mansurrones. Claro, que en un ciclo tan largo y tan intenso tiene que haber de todo. Pero ¡echar toros que no embisten desde hace un siglo!
Este digital ha recuperado una de las plumas más brillantes del periodismo taurino como es la de José Carlos Arévalo. Y viene a colación el veterano periodista porque de él leí que “la plaza más importante del mundo está en manos de un cabestrero”. (léase veedor, porque la titularidad es de Plaza 1). Y lleva toda la razón del mundo el maestro Arévalo.
La gran variedad de encastes ofrecida por la empresa es digna de elogio, pero no la elección de varios hierros que han desfilado por el coso venteño; algunos de ir directamente al matadero. Y algo curioso que decía mi amigo Gonzalo Santonja (actual consejero de Cultura de la Junta de CyL) sobre la edad del toro de este año. “Los cinqueños de encastes duros se paran”.
Y es que hubo toros a los que les faltaba un mes para mandarlos al matadero o a las calles. También me recordó Santonja el toro de La Quinta que lidió Morante y que el público no entendió. Sabio el filólogo-consejero. Y es que la pandemia ha hecho estragos. Sin embargo, las devoluciones han sido las mínimas. La corrida de Garcigrande destacó en la feria, así como la novillada de Fuente Ymbro. Ambas premiadas por la empresa.
Y lo de los presidentes merece capítulo aparte. Las injusticias se han ido sucediendo en muchas tardes.
El Juli y Morante son las únicas figuras que han dado la talla real en este San Isidro preñado de tardes excelentes, mediocres y malas y aburridas… y de emociones, pero siempre con los tendidos a rebosar ¡Porque con un cartel sin renombres que acudan 15.000 personas es todo un logro! Los demás han pasado de puntillas, salvo honrosas excepciones.
Y atención especial merece la reaparición de Talavante, quién ha pasado inadvertido en sus cuatro comparecencias y ha pegado sainetes de época con la espada.
Fue una alegría cuando conocimos la noticia de su vuelta. Pero en esta ocasión no ha ocurrido como a aquel coletudo que fue a ver a Juan Belmonte y le dijo: ¡Maestro, voy a reaparecer! A lo que el Pasmo de Triana le contestó: ¡Y quién te ha llamado!
No es este el caso del buen torero pacense, porque todos deseábamos su vuelta. Pero su mente y la de su apoderado deben estar meditando muy mucho esta decisión de volver, cuando a Talavante nadie le dijo que se fuera.
Cosas del toro. En fin.
P.D. La presencia del Rey Felipe VI es también de agradecer. Engrandece a la plaza y a la fiesta.