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LA COMUNICACIÓN – ​Álvaro Acevedo, un crítico sevillano de alto nivel

Alvaro Acevedo durante una entrevista en radio Marca.

Álvaro Acevedo, un crítico sevillano de alto nivel

Pasión, conocimiento y honestidad, son los tres requisitos que debe reunir el crítico de toros. Tres virtudes que de nada sirven si no se sabe escribir. Porque una cosa es escribir y otra, muy distinta, es redactar. Redactar redactamos todos. Unos mejor que otros. Pero escibir, solo unos pocos. Entre ellos destaca Álvaro Acevedo, que escribe de toros como algunos grandes del pasado: los que quitaban y daban con justicia al torero, al toro y a todo el gentío circundante del maravilloso mundo de los toros.

Pero Álvaro no quita ni pone porque los directores de las redacciones saben de toros menos que una monja belga y no se enteran. Por consiguiente nunca escribió en periódicos, ni habla por la radio en un programa propio, ni por supuesto en las televisiones, solo alguna vez que otra en Canal Toros. Pero dirigió una gran revista, Cuadernos de Tauromaquia, que desapareció cuando la Pandemia dejó a España sin toros. Ahora es una delicia leerle en un portal taurino que se llama “Toreate” y a pesar del nombrecito tiene el acierto de ofrecernos sus crónicas y reportajes. Sus críticas de la feria de Abril son magistrales.

Como periodista taurino, Acevedo juega con ventaja. Porque se puso delante y hasta cortó una oreja en Las Ventas. Y eso se nota. La audacia y miseria del crítico es que supone, mientras que el torero está obligado a saber, si quiere torear o si quiere que no le coja el toro. Por supuesto, cuando un torero ve torear a otro también supone. Pero supone mejor. Otra cosa es que lo sepa contar, analizar con justicia, valorar con el conocimiento que da haber visto muchos toros. La cualidad de contar es una virtud de este periodista que fue novillero. Y lo cuenta con una gracia no graciosa, sino ingeniosa, con una ecuanimidad que no perdona el toro que se va, que sí perdona el fallo bienintencionado, que se apasiona sin complejos, que critica sin miedo y, sobre todo, que te hace ver la corrida aunque no la hayas visto.

Su prosa tiene el pellizco de un desplante de Curro. A veces, cuando se siente, exhala un perfume morantiano. Y cuando analiza el toreo o la bravura, lo ve más claro que Espartaco. Aunque nacido en Madrid, como Cúchares, como El Gallo, es sevillano por los cuatro costados. Estos días lo pueden leer en “Toreteate”. Es un auténtico gustazo.  

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