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LA EMPRESA – Las Ventas, una plaza en busca de autor

Fotos twitter El toro, el Mundo.

por José Carlos Arévalo

La plaza de Las Ventas la inventó Joselito el Gallo cuando pensó que las grandes ciudades españolas necesitaban plazas monumentales. Debió de tomar la idea de Pere Milá, abuelo de los actuales periodistas televisivos, que construyó la Monumental de Barcelona (1914) sobre la vieja plaza del Sport. Y Joselito impulsó la Monumental de Sevilla (1920), que le costó su felicidad personal, la enemiga de la alta sociedad sevillana. Pero aquel figurón siguió erre que erre y aesoró al arquitecto José Espeliú en el diseño de los planos de Las Ventas. Concebida para la lidia del siglo XIX, la que todavía imperaba en la edad de oro, su ruedo es demasiado grande para el toro bravo y menos abanto de nuestros días, la errónea colocación del patio de arrastre y el de cuadrillas, que eternizaba el comienzo del primer tercio hasta que llegó la solución Zabala, no es una torpeza achacable al maestro de Gelves, pues entonces cuando salía el toro al ruedo ya estaban allí plantados los picadores. Tampoco se le puede imputar el terreno elegido, un cruce de vientos que, pienso yo, tal vez se amplió con la apertura de la M-30. 

Desde un punto de vista arquitectónico, Las Ventas enseña su anticuada cara neomudejar en plenos años 30. No importa, la gente se acostumbró y nos gusta. Pero sí  está pidiendo a gritos un arquitecto que reduzca su ruedo (el proyecto de Felipe Lafita era espléndido), implante un techo reversible (que no cuenten historias sobre que es imposible) y amplíe la zona de servicios culturales bajo la Avenida de los Toreros que circunda la plaza. ¿Dinero? La plaza lo está dando a la Administración hace 87 años, menos tres de guerra. 

Desde un punto de vista cultural, Las Ventas estaba a punto de convertirse en el primer centro mundial de la cultura taurina. Tiene un gran museo, con un buen fondo, pero que se debe poner al día. Acaba de recibir la cesión de la Biblioteca Briones, quizá con la de Marco Antonio Ramirez en Morelia (México) la mejor biblioteca privada del mundo. Tiene buenas salas para conferencias y exposiciones de artes plásticas, generalmente mediocres las dos actividades. Y tiene un fondo videográfico impresionante (todos los festejos celebrados desde que Manolo Chopera se hizo cargo de Las Ventas hasta ayer mismo), pero nadie sabe cómo se cuida, para qué sirve, dónde está ni qué coño hacen con él. Con la biblioteca sí se sabe, está cerrada a cal y canto. Las Ventas podría ser, además de la plaza de toros central del toreo, un centro cultural de primera magnitud. A las Ventas le pasa lo que a la Maestranza de Sevilla. Pero allí mean colonia y aquí aguas residuales.

Desde un punto de vista recreativo la Plaza de Las Ventas sí ha acertado, porque se ha convertido en una discoteca ruidosa y parece ser que escandalosa. Me pasma su agresiva música hortera cuando salgo de los toros, me parece certera la vieja intención de Víctor Zabala de meter a los jóvenes en la plaza, y la verdad es que se ha conseguido, tampoco me parece mal que alguien se lo esté llevando crudo (sinceramente, no sé quién) pero lo que me asquea es la monumental horterada de toda esta vaina. 

Todos a beber en la disco al termino de la corrida
Y después de la fiesta, el Monumento al Yiyo rodeado de cubatas y meados

Y por fin, desde el punto de vista taurino, veamos qué pasa. Pasa que don Livinio, cuando avistó la llegada del 600 y el turismo de fin de semana, inventó la Feria de San Isidro (si los toros fueran como el fútbol Las Ventas se llamaría “La Monumental de don Livino”), y unas décadas después, otro gran empresario, Manolo Chopera, la consolidó con una altísima cifra de abonados. Y pasa que don Livinio también inventó la Feria de Otoño. Pero pasa que nadie resolvió lo que pasa los domingos fuera de feria. Porque es anormal que en una ciudad de 7 millones de habitantes, la plaza solo afore entre 5 y 7 mil espectadores. Ya sé que emprender nuevos caminos es muy difícil si se tiene en cuenta el ganado a lidiar. No se puede cambiar la hora ni los días de los espectáculos, sería como violar el dogma… de cuatro ultras descerebrados. Por ejemplo, el presidente del tribunal que ha adjudicado la plaza, echa la bronca al pliego de Matilla porque dice, el presidente, no el pliego, que los sábados no hay nadie en Madrid. Acojonante. La verdad es que los concursos a la plaza de Las Ventas siempre han olido al tigre de la Malasia. Pero lo que entiendo es la frustración, supongo, de Simón Casas. En el primer pliego con el que se presentó a Las Ventas aportaba muy buenas ideas para la programación fuera de feria que luego, cuando años más tarde la consiguió, no las puso en práctica porque, claro, aquellos planes correspondían a un pliego que no ganó la adjudicación. La puta burocracia.

Como diría don Luigi, Las Ventas en eterna busca de autor.

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