Dos toreros heridos, la afición herida
El empresario José María Garzón anuncia el regreso de Jiménez-Fortes en el mes de junio. Lo hará en la plaza de Torrejón de Ardoz. Al mismo tiempo llega la noticia, desde México, de la cogida de El Payo en la plaza de Guadalajara.
Todas las cornadas son mal recibidas. Pero las de estos dos espadas cabrean más todavía. Al margen de que amenazan el futuro de dos toreros muy buenos,cada vez que los hiere el toro lo hace con tremenda gravedad. Así, la cornada en las vértebras lumbares que El Payo recibió en Querétaro hace años, o la reciente, en la plaza de Guadalajara, en el pene. Este último percance viene a parar su despegue, que arrancó después de su triunfo en el mano a mano con su padrino, Morante de la Puebla. Confiemos en que se reponga y pronto vuelva a los ruedos. No creo que lo haga por estos lares. La sensibilidad empresarial hispano se cotiza a bajo cero.
Por su parte, Fortes parece repuesto de su gravísima cogida en Vitigudino, la que le interesó el cuello y le llegó al cráneo. Parecía el punto final de una sangrienta carrera, marcada por el contrapunto de un toreo purísimo, aquel que fascinó a los madrileños con su faena al toro de Pedraza (castigada sin concesión de orejas por un presidente inepto). Por fortuna, un empresario, el mencionado Garzón, sintoniza con la afición y apadrina la vuelta del malagueño.
Dos toreros castigados y una misma verdad: el toreo puro. Que a partir de ahora el destino juegue a su favor.