El Torero
MADRID – Bravura, casta, clase, nobleza = Fuente Ymbro
Bravura, casta, clase, nobleza = Fuente Ymbro
Los “listos” siempre nos equivocamos. Yo iba camino de Las Ventas pensando en tres novilleros recientes triunfadores en esta plaza. Y pensaba que los novillos de Fuente Ymbro les iban a poner el listón muy alto. Porque además segundas partes nunca fueron buenas y la última novillada de Ricardo Gallardo enSan Isidro fue muy buena. Así que pensé que los “otros” debían haberse quedado en el campo. Y pensé mal, porque ésta fue mejor, muchísimo mejor. Cinco de seis, porque el primero no me gustó, embistió reprimido, a la espera, siempre a la espera. Pero el resto fue de consagración: prontos, alegres, bravos en varas, alegres en banderillas, nobles en la muleta, unos codiciosos, otros con largos y elegantes viajes, todos de triunfo. Solo tenían un defecto, había que saberlos torear.
Y en verdad solo hubo un novillero que estuvo a la altura, no siempre, pero sí lo suficiente.Victor Hernandez al cuarto novillo le pegó dos series, una con la izquierda y otra con la derecha, de toreo caro, carísimo. Por esas dos tandas mereció la pena ir a la plaza. Los otros dos novilleros no me convencieron. Diego García destempló templadas embestidas. Y al mexicano Isaac Fonseca lo vi sobrado de valor… y de electricidad. Pero los tres estuvieron hechos unos tíos, sufrieron aparatosos revolcones y nunca se afligieron. Por desgracia Fonseca sí fue calado, pasó a la enfermería después de pasear una oreja y no pudo matar al sexto.
En esta novillada de triunfadores, el mejor toreo lo hicieron dos subalternos. Ángel Otero, que se hizo cargo de la lidia del primero, al quedar Víctor Hernández muy magullado en le primer tercio, y dio una lección de mando, eficacia y torería. El otro fue Iván García, poderoso, resolutivo, sintético, fueron buenísimos sus lances, los que dio y los que no dio, una brega ejemplar la del tercero de la tarde.
Mi reencuentro con el público de Las Ventas me sorprendió. Un sector era tolerante, afable, entusiasta en demasía y el otro, todo lo contrario, protestón, intolerante en demasía. Aburrían los primeros y cabreaban los segundos. La intransigencia chillona unida a un supino desconocimiento es mas cargante que el desconocimiento unido a la tolerancia. Qué le vamos a hacer, así es la primera plaza del mundo fuera de feria.