EntreToros
MADRID – Domingo de Ramos.
El destino jugó a la contra
El ventajismo del crítico consiste en que siempre escribe a toro pasado. Por tanto no juzguen mis palabras como malintencionadas. Emilio de Justo es un gran torero, un valor firme para el futuro de la Fiesta. Lo ha demostrado muchas veces, en muchísimas plazas, en los dos continentes taurinos. Y lo ha demostrado el domingo de Ramos en Madrid. A su favor, que toreo al primer toro de la tarde como si fuera el último toro de su vida. Lo lanceó a la verónica, verónicas magnificas, sin probaturas, con sabor vazqueño (de Curro), ganando un paso con valor y autoridad, desde los adentros hasta casi la boca de riego. Y lo recibió de muleta en los medios, a distancia, con la mano izquierda, por naturales mandones, de excelente trazo, de absoluta entrega, largos, ceñidos, inmantados a un temple cabal. Y se echó la muleta a la derecha para torear por redondos a un toro que no humillaba del todo, que por tanto veía mucho, y que apretaba hacia adentro. Magistral. Terminó la faena con pases de trinchera y de la firma que pusieron la plaza al rojo vivo. En su contra, que no supo cortar la faena cuando estaba hecha, cuando el toro se rajó porque ya no quería embestir. No debido darle un pase más, porque el bravo que termino rajándose se defendería con la cara alta por el pitón derecho, el del cruze. Y paso lo que no debería haber pasado, la brutal cogida. El toreo exige cabeza fría y corazón caliente. Un grandioso torero ha caído por exceso de entrega… En el primer toro de la tarde. Que dios le de suerte y una buena recuperación, que su casta de torero no lo abandone durante su convalecencia. El toreo es largo para quien lo atesora, mas largo que el dolor. Fuerza, torero.
Lo que vino después fueron cuatro toros colosales y uno malo, cada uno con su secreto, todos ellos toreados con buena voluntad por el sobresaliente, Alvaro de la Calle.
J. C. A.