SEGOVIA – La última corrida de Manuel Lozano

Era un taurino aparte, no como los demás. Tenía el toreo en la cabeza. Por supuesto. Pero lo relacionaba con la vida. Quedabas con él a comer y se suponía que era una comida taurina… pero se la pasaba hablando de teatro. Le gustaba el teatro. Y las actrices. Era un aficionado a la antigua. Sin dogmas, no creía en la verdad sino en las verdades. Era orteguista (por Domingo) y manoletista Un día me tropecé con él en un hotel de Valladolid, un pequeño hotel con mucho glamour, al que van pocos toreros. Hola, José Carlos. Vengo de América. Miré un paquete que traía en la mano. ¿Te interesa?  Es un libro. Te lo regalo. No, hombre, no. Sí, hombre, sí. Es de un inglés. El mejor de los ingleses. Además, es católico. Siendo inglés, un detalle, ¿no? Me guardé el libro. Contenía varias obras dramáticas de Bernard Shaw. Siendo Lozano un taurino, todo un detalle.

Manolo no vio la última corrida que programó en su plaza de Segovia. Mejor. La plaza, muy descuidada por dentro y por fuera, no se llenó. Me temo, también, que la afición segoviana está descuidada. Una pena. Son gente amable con todo, pero solo jalean lo bueno. Un buen dato. Fue una lástima que la corrida de Alcurrucén, de bonitas hechuras, que cumplió en el caballo y embistió a la muleta, fuera mansa. Sí, mansa aunque peleara en varas y embistiera a la muleta. Si se puede ser católico e inglés, una corrida puede embestir y ser mansa. Otro día lo explico. Solo digo que hoy me he aburrido viendo torear muy bien. Bueno, parano ser injusto, confieso que Perera hizo una buena faena asu primer toro, y que Talavante también debió de estar bien porque le dieron tres orejas. Pero el que me gustó de verdad fue Daniel Luque. Porque su toreo nunca suena a repetido, porque tiene su aquel incluso con los nobles mansitos de Alcurrucén, porque le endilgó cinco verónicas que habrían roto Madrid. Sin duda, es el torero que más me interesa de todo el escalafón. Manolo Lozano no me daría la razón, pero sabría que la tengo.