SEVILLA – Tomás Rufo se consagra en La Maestranza

Tomás Rufo, que tiene nombre de tenor italiano y su toreo es largo como el fiato más templado y cadencioso. Su verónica, ordoñista, envuelve al toro, ralentiza la embestida, le embebe, la canta. No así su chicuelina, por lo general impropia en los toreros altos. Pero cuando se la de al toro de embestida profunda, si le ofrece la capa por delante y luego la arrastra  y la codillea en el momento de girar sobre sí mismo, toreará como siempre lo hace, en las demás suertes. Porque el resto de su toreo es firme y acompasado, y lo eleva una doble virtud, tiene firmeza y melodía, temple y hondura. Cumple la sentencia orteguiana: torear es absorber toda la bravura del toro hasta la consumación de la suerte. Y lo sostiene un don: frasea el toreo a compás lento y ata, liga, angélicos lances y monumentales pases. Su elegancia ennoblece la asfixiante espiral del toreo ligado en redondo. Y se embriaga y embriaga, como cuando a su segundo “jandilla” le dio un derechazo tan inmenso, tan redondo que ya no quiso ligarlo y salió de la suerte al paso y la Maestranza se puso en pie. 

Por cierto, a su primer toro, llamado “Insensato”, de Jandilla, debieron premiarle con la vuelta al ruedo. Fue uno de los toros más bravos de la feria.

Ha toreado dos Ferias de Abril y ha salido dos veces por la Puerta del Príncipe. Ya es figura del toreo.