Hace tiempo vi torear a El Payo. Y me admiró su clase. Y me ilusionó que fuera mexicano. Habían pasado demasiadas décadas sin que los ruedos españoles vieran toreros aztecas de arte. En mi juventud ví y admiré a muchos. Pero en mi memoria quedaron grabados los mexicanos artistas, El Callao, Jesús Córdoba, Manolo Martínez, Miguel “Armillita”, David Silveti, Guillermo Capetillo. Hoy llama mi atención El Payo. Le vi por última vez a través de la televisión, en San Luis Potosí, mano a mano con Morante. Y me entusiasmó. Pero me temo que en España no le veré, o quizá sí, con un corridón para desesperados. ¿Saben ustedes por qué? Porque en España los taurinos son muy profesionales y para hacer carteles usan sutiles pesos y medidas que evaluan dineros, incompatibilidades toreras, peleas por el ganado a lidiar, vitolas o ganchos taquilleros de los espadas, contrapartidas de las empresas que los apoderan, pero nunca nada relacionado con algo tan sencillo como el arte de torear. Por eso los carteles, incluso los buenos carteles, son tan previsibles. ¿Decía usted que El Payo? ¿Pero usted en qué mundo vive?
De modo que leo los carteles de Castellón y reconozco que la feria es muy buena. Pero que podía ser mejor. Sobran toreros con dos actuaciones y me vienen a la cabeza toreros con ninguna. Para empezar Diego Urdiales, en la actualidad el diestro que mejor torea. Y para seguir daría más opción a nuevos valores, Daniel Crespo y Alejandro Marcos, por ejemplo. Y por qué no, anunciaría al menos a un mexicano, a El Payo, por ejemplo. ¡Uf! Ya oigo las risas, qué sabrá este pobre atrevido. Vale, vale, pero así nos va.