El Torero
TOREROS DEL MOMENTO – Morante, 25 años no es nada y es todo
Morante, 25 años no es nada y es todo
Vivir intensamente, esa es la cuestión. Tener una vocación y tener el don. Y saberlo. Y actuar en consecuencia. Esa es la tarea del genio. Que lo difícil sea fácil, antes de comprender el arte. Y trabajar la perfección creyéndose torpe. Y que el trazo salga como por encanto. Por ejemplo, Picasso cuando traza el perfil de una figura. Por ejemplo, Morante cuando dibuja un lance. Entonces la línea da luz al personaje. Entonces la línea ilumina la verónica. Son dos trazos que deslumbran el lienzo, que deslumbran el ruedo. Son dos líneas que jamas se repetirán.
Y el sentimiento. Torear como se respira. Sin saber que se respira, sin saber que se torea. Llevar el toreo dentro. Y trabajar. Hace años tuve la oportunidad de visitar a Morante en La Puebla. Le vi en una sala donde entrena. Nunca los mismos vuelos del lance, nunca el mismo trazo del pase. Toreaban las muñecas, toreaban los dedos, toreaba la cintura, toreaba el sentimiento a un toro que no exitía, pero que lance a lance, pase a pase fue tomando cuerpo. Y disfrutamos el toreo porque habíamos entendido el toro que Morante había creado.
Y vivir intensamente, un cantiñeo al atardecer, paladear un vino generoso, saborear el aroma de un habano, dejar al becerro reposar en el agua después de haberlo toreado en el rio, y de pronto, al fondo, como un ánfora romana, la silueta de una mujer, lo mejor de la vida. Porque el arte sin vida no es nada.
Y crear intensamente. Poniendo la vida bien vivida en el empeño, sin que se note. Porque Morante no se importa, le importa su arte. Por eso es humilde, y para tirar hacia delante, echa la vista atrás. Hasta que entiende el galleo de Hillo, la cadencia de Cayetano, la gracia jovial de Cúchares, la cuadratura de los Gallo, la profundidad de Belmonte, la luz derramada de Chicuelo, la brisa mañanera de los Vázquez, el misterio asiático de los gitanos andaluces. Y con todo el respeto del mundo, entendió y se fumó un puro.
Sí, a la chita callando, sin hablar de sí mismo, en el filo del segundo milenio, cuando lo que entendemos por toreo cumplía tal vez dos siglos y medio, este torero sevillano hizo balance y decidió contarnos la tauromaquia entera. Y cuando llegó la peste y la Fiesta parecía hundida asumió su responsabilidad de figura y la resucitó con el galleo del Bu, con la tijerilla cayetana, con el abaniqueo de Cúchares, con el natural belmontino, con la verónica gitana, con la tapatía de Ortiz y otras muchas suertes que ya son suyas, porque las ha reinventado. Y para que tan grande resurrección de toreo no pareciera ventajista siguió el canon de los antiguos y se enfrentó a todos los encastes disponibles, Cabrera, Vázquez, Santacoloma y Domecq. Inédita andadura para un torero de arte.
Hoy, 29 de junio, hace 25 años de que Morante tomó la alternativa en Burgos de manos de César Rincón en presencia de Fernando Cepeda. Son cinco lustros en los que un solo torero ha explicado, revelado y recreado doscientos cincuenta años de toreo.
Felicidades, maestro.
José Carlos Arévalo.
INSTANTES DE ARTE BY:
JOSÉ ANTONIO MORANTE CAMACHO