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Editorial

EDITORIAL – José Tomás, torero inclasificable

Foto de Alberto Simón

José Tomás, torero inclasificable

Para el aficionado, las edades del torero son tres: 1ª, La novedad; 2ª, La madurez; y 3ª, el largo adiós. José Tomás, en su 1ª edad tuvo apóstoles que predicaban la verdad de su toreo para desconcierto de mediocres (aficionados, periodistas y toreros incluidos) e irritación de mercaderes (todos los gremios del toreo). Su 2ª edad era un paseo militar. Es un decir, porque fue pródiga en triunfos arrolladores, cornadas terribles y un toreo indefinible: pureza absoluta ante toda clase de embestidas; temple deslizante, contagioso, hipnótico; trazo largo, limpio, profundo; y la estocada sin técnica, amanoletada. Y la 3ª edad, el largo adiós de José Tomás, que empieza el día en que decide torear solo, no los seis toros preceptivos, como en Barcelona o en Nîmes, sino cuatro, con un rejoneador por delante o como los “gaches” de la “reconstrucción”, que en su caso de artista superior, yo los denomino “recitales”, a la manera de los grandes solistas musicales. Pero no corridas de toros.

Y dicho esto, ni una palabra sobre el fiasco de Jaén, porque no estuve allí. Confieso que he visto –en un video clandestino- los cuatro toros. Y no me gustó lo que vi. Para empezar, fans y no aficionados. Y a mí, el coro de adeptos y los entusiasmos previos me cargan. Por eso solo vi una vez a Ordóñez en la goyesca de Ronda, por no aguantar a la secta de ordoñistas en estado de levitación. 

Los toros son un mundo muy cabrón, las corridas no se ensayan como en el teatro o en los conciertos, los partidarios no se vuelven ciegos o sordos como en las artes consumidas por las gentes de la alta cultura. En los toros manda el azar, un azar con dos puñales y quinientos kilos de mala leche impredecible. En los toros, y esto José Tomás lo sabe bien, el artista se cita con la muerte.

Y porque el toreo es así, la victoria del arte sobre el abismo, siempre fui partidario del toreo de José Tomás. Y porque sigo siéndolo y porque he visto los cuatro toros de Jaén en un video loco, no quiero hablar de su pésima presentación, de su mal juego, de las faenas sin estructura, como de campo, y de algunas cosas muy buenas de las que nadie ha hablado.

El largo adiós de José Tomás es algo taurinamente nuevo: Una al año… o dos… ¿quizá tres? Y hasta más ver. Extraño ídolo de masas. Un torero taquillero, el que más del mundo… sin quererlo. Un torero madrileño al que de verdad, de verdad, lo que le interesa es Barcelona. Un matador con veedores que no ven. Un torero de valor para el que llamarle valiente es degradarle. Un torero que asume la responsabilidad de 30 corridas en una sola, que se juega la vida en cada lance, en cada pase, en cada estocada. Un torero que practica el silencio y que los demás hablen de él. Un torero que hace las cosas muy bien y que también se equivoca. Un torero con quien quieren torear todos los toreros y él, por lo visto, con ninguno. Un torero que no está en ninguna parte y que está en la mente de todos. ¿Quién es, cómo es, qué es José Tomás? José Tomás es un misterio. Por tanto, un mito.        

Y lo dicho, el maestro de Galapagar es un genio. Pero los genios también se equivocan.

José Carlos Arévalo

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