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FERIA DE SAN ISIDRO – La revelación de un nuevo torero de Madrid
La revelación de un nuevo torero de Madrid
No sé si es de Chamberí o de la Arganzuela o de Lavapiés o de Ventas, pero Ángel Tellez es un torero de Madrid. Con eso quiero decir que me ha recordado a los toreros de mi ciudad que, distintos unos de otros, a todos les unía esa elegancia popular, sin pose alguna, ese ser sin pretender parecer, un saber estar, en la plaza y en la vida, con el don supremo de la naturalidad. Terminaba una tanda Ángel Tellez y a la cabeza se me venía Alfonso Merino o Luis Alfonso Garcés o Victoriano Valencia o Dámaso Gómez o Martín Sánchez “Pinto” o Joselito o Antoñete. ¿Demasiado?
No, porque no había premeditación alguna en mi regreso instantáneo al pasado. Había un reencuentro con ciertos toreros de mi juventud, con esa forma madrileña –es decir, universal- de entender el toreo. Vale. Corto el rollo. Se acabó el madrileñismo, detesto los localismos, incluso el mío. Además, si empiezo a evocar toreros de aquella época resultaría que Tellez quizá se parezca más a un murciano, Manuel Cascales, que nos dejó pasmados a los chavales del barrio. De modo que hablemos de Tellez, de ese joven torero que, frente a los torazos que ahora se estilan, ha puesto bocabajo la plaza de Las Ventas gracias a un temple natural que sosiega las embestidas y acompasa al público. Su toreo tiene una plomada elegante, un juego de brazos no falsamente desmayado sino sinceramente sereno; su trazo es elegante, largo, cadencioso, la embestida del toro fluye natural en su cintura, que se desplaza a compás y sirve de mástil a la mano que templa, a la muñeca que remata y torea. Y esa torería interna cambia la velocidad del tiempo, convierte el público esquizofrénico de Las Ventas en un coro único, subyugado por la música inefable del toreo mientras miles de oles suenan como un ole único, para luego crear pausas, el silencio musical preciso tras la asfixiante intensidad del toreo. Y finalmente, la estocada ejecutada con verdad. Sí, Madrid vuelve a tener un torero. Pero si hubiera nacido en Laponia daría igual. Madrid ha descubierto un torero. Que sea por muchos años.
El resto fue una corrida crispada. Con toros protestados ¿por grandes, por chicos, por difíciles? Se los protestaba cuando perdían las manos ligeramente al salir del caballo –a propósito, el ruedo vuelve a parecer de mármol- y el alboroto ensordecía la tarea de dos grandes toreros en busca de un toreo imposible.
A consignar que Victoriano del Rio lidió dos bravos toros, el tercero y, sobre todo, el sexto. No alcanzaron la cima del toro “DUPLICADO” en la encerrona de Emilio de Justo, que será el toro del año en Madrid, pero mantuvieron en alto el prestigio de la divisa serrana.
FICHA: Madrid. Vigésima de abono de la feria de San Isidro. Lleno de ‘no hay billetes’. Toros de Victoriano del Río y Toros de Cortés (6º), corrida poco pareja entre los seis animales. Destacaron 3º bravo pero desigual en sus embestidas y sobretodo el 6º, un toro también bravo con clase.
• DIEGO URDIALES, silencio y silencio
• ALEJANDRO TALAVANTE, ovación y silencio
• ÁNGEL TÉLLEZ, oreja tras aviso en ambos