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HISTORIA – Con la muerte de “Yiyo” perdió la Fiesta

FOTO ARJONA

José Cubero “Yiyo”, español nacido en Burdeos, no llegó a ser una figura de época porque lo mató el toro antes de tiempo. Pero hace 37 años, el día en que murió en Colmenar Viejo, todos los aficionados que conozco pensaban que ese jovencísimo torero salido de la Escuela de Madrid iba a ser la primera figura del toreo. Entre la genialidad de Ojeda y la maestría de Espartaco había un hueco central asignado para ese torero paradigmático que reuniese las cuatro virtudes cardinales del toreo: personalidad, arte, valor y maestría.

Y ese torero era “Yiyo”. Porque esas cuatro virtudes mencionadas las supercumplía. Dibujaba las suertes con una hondura ordoñista, una naturalidad bienvenidista y la verdad con que se concebía ya el toreo en aquellos días. Para hacerlo y decirlo así, como soñábamos los utópicos y soñadores aficionados de entonces había que tener mucho valor y ser un maestro. Yiyo lo tenía y lo era. Todavía sin ese poso que dan los años de toreo, lo que compensaba con una estética limpia, no diré que ingenua, pero sí fresca, la propia del torero joven, que es un artista de maestría prematura, como el poeta.

Por supuesto, los taurinos no se habían enterado. Le daban sitio, porque su valía era evidente. Pero esperaban, cautos, las emboscadas que acechan el camino de los toreros. Solo así le darían sitio. Nada raro, les pasa a todos los toreros. Se diría que los taurinos creen en la “selección natural”. Y para ellos, “selección natural” es cortar las orejas después de que te hayan hecho mil putadas que nada tienen que ver con el toro. Sí, ya lo sé, lo que acabo de decir no le agradara a algunos. Mil perdones a los que se den por aludidos. Pero por estas cosas y otras, al final, en la Fiesta se perdió un figurón del toreo.

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